En el primer programa de “¿Quién quiere casarse con mi hijo?”, los solteros, acompañados por sus madres, tienen cinco minutos para conocer a cada una de las 10 chicas (chicos en el caso de Luis Ángel).
En estos encuentros, las madres permanecen en silencio y sólo se les permite hacer fotos a las candidatas sin formular ningún tipo de comentario. Eso sí, acabadas las citas, las madres no dudan en aconsejar y expresar lo que opinan de cada una de ellas. Al final, sólo seis empiezan a trazar el camino para la conquista de los solteros y de sus futuras suegras.
A partir de este momento, los solteros y sus madres contarán con varios días para conocer un poco más a las seis candidatas. Una vez transcurrido el tiempo estipulado, los solteros tendrán más claro quiénes no están a la altura de sus expectativas. Por su parte, las madres habrán tenido tiempo de pasar un rato a solas con ellas y decidir a quienes no les gustaría ver como novia oficial de su hijo. Tras una difícil decisión, cada soltero eliminará a dos candidatas y se quedará con cuatro.
Es la hora de la convivencia real en casa de las madres, en territorio completamente hostil: las cuatro elegidas tendrán que hacer sus maletas para vivir unas semanas con los solteros y sus madres. Días después, dos de ellas serán eliminadas.
Las dos finalistas pasarán un intenso fin de semana en una romántica ciudad del extranjero junto a los chicos que pretenden conquistar. Eso sí, ni siquiera en esta escapada podrán disfrutar enteramente de tiempo únicamente para ellas: las madres, durante el viaje, también tendrán mucho que decir. Al final de la aventura, tendrán que tomar la decisión final: ¿coincidirán sus preferencias con las de sus respectivas madres?