Elena de Ugarte Villegas
Una primera cita siempre está precedida por nervios, dudas sobre qué ponerse, cómo actuar y qué hacer si él/ella pasa o es muy lanzado. ¿Pero còmo será una cita a seis para un chico que en su vida ha tenido novia?.
En esa situación se ha visto el pobre Daniel, un chico inexperto, que no conoce aún las armas de mujer. Una auténtica pelea de gatas se desencadena en las narices de un atónito Daniel, (más sorpendido porque el objeto de la pelea sea él, más que por la pelea en si), que le impide reaccionar.
La chispa salta cuando una de las pretendientas le coge del brazo y lo saca fuera del bar, donde se desarrollaba la cita, diciéndole: “¿Te apetece que vayamos por ahí?". El resto de las chicas no dan crédito y se quedan paralizadas, pero a la vez todas se ponen de acuerdo en pensar: “la guerra ha empezado”.
Las 'despechadas', hartas de esperar, deciden ponerse las pilas y salir fuera a buscarle. Daniel había aprovechado el momento para aclararle a su chica ciertos aspectos de su madre durante la selección, que consideraba fuera de lugar. Cuando la conversación se pone interesante son interrumpidos, y una nueva discordia estalla por segunda vez. “La hamburguesa es muy fácil, pero el solomillo hay que ganárselo”, así responde una de las chicas cuando ve que Daniel se envuelve en un cálido abrazo con otra.
Daniel nunca se ha visto en una así, no sabe cómo no quedar mal con ninguna y a la vez darlas un poco a todas. “Menuda en la que me he metido aquí. Con todas las muchachas: " eres mío, eres mío” , ha dicho el informático después de la cita.
Para finalizar la noche, deciden poner las cartas sobre la mesa y decir a la cara lo que les ha sentado mal a cada una. Se vuelven a enzarzar pero finalmente se hace la paz. Después de la tormenta siempre llega la calma, pero ¿cuánto durará?
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