El príncipe deslumbró a sus princesas con su casa en Altea. Las dejó cambiándose antes de la comida y su tardanza acabó con los nervios de Toñi que odia esperar. La convivencia había empezado mal y, mientras la suegra se llevaba a las chicas, Gabi mostraba a Selene el yate familiar. Allí empleó de nuevo la ya famosa táctica de ‘cierra los ojos’ y consiguió no un beso, sino muchos más.
Su tardanza desesperó al resto de chicas, sobre todo a Priscila. Una vez llegaron, la joven decidió ganarse a Gabi regalándole una pulsera pero él, aunque agradeció el regalo, prefirió pasar el último rato del día chapoteando con Patricia. Mientras Pris lloraba sobre el hombro de Selene y espetaba: “el amor es una mierda”, Gabi se olvidaba de los problemas nadando y besando a Patricia. La joven confesó de qué está operada: del pecho y de la nariz pero a Gabi no le importó en absoluto y le decía: “me encantas”, antes de seguir besándola.
Pero Pricila también tuvo una cita. Eso sí, “un tanto guarra”, no por nada sino porque ambos acabaron a la orilla del mar cubiertos primero de arena y luego de barro. Con ella chapoteó y con Jia Liu conversó. Lo que despertó las carcajadas fue el lapsus de Jia quien nos daba la fórmula para encontrar al príncipe azul: “hay que besar cien rabos”, decía y Gabi siguió preguntándole y riendo antes de corregirle: “se dice sapos, no rabos”.