Miles de presos han pasado sus vidas tras las rejas para cumplir condena por violación, narcotráfico o terrorismo, entre otros delitos. Pero también hay reclusos que nunca actuaron fuera de la ley y han sido víctimas del sistema penitenciario o de errores judiciales históricos.
El reportero de 'Entre rejas' Álvaro Martín entrevista a Óscar, un hombre de 47 años que pasó 626 días en cárceles italianas porque un narcotraficante uruguayo le había suplantado su identidad. Un año y medio después ha retomado su vida, aunque nunca podrá olvidar los días vividos en la celda: "No puedo olvidar el sonido de la puerta cuando te quedas dentro, encerrado y rodeado por otros reos, ni el silencio de la noche, era un silencio sepulcral", cuenta.
Javier Villanueva también pasó dos años sufriendo torturas en la cárcel de Palamasola, en Bolivia, acusado de un atentado que no cometió.
Todavía está a la espera de una disculpa y una indemnización para recuperar el millón de euros que invirtió su familia en recuperar su libertad. "No conozco el infierno, pero aquella cárcel debe asemejarse bastante. Allí el tiempo no corre, convives con cinco personas, todos durmiendo en el suelo. Llegué a compartir celda con el descuartizador de Santa Cruz y sólo dormía cuando tenía visitas porque temía por mi vida", explica.
'Entre rejas' también habla con Joaquín José Martínez, el español condenado a pena de muerte por un doble asesinato que no cometió. Pasó tres años y medio esperando a ser ejecutado en la silla eléctrica y se convirtió en el primer europeo en lograr salir con vida del corredor de la muerte en Estados Unidos. Aún recuerda las bromas macabras de sus carceleros: le afeitaban la cabeza y la pierna como si estuviese a punto de sentarse en la silla eléctrica. "Hay veces que pienso que sigo soñando y creo que me voy a despertar entre rejas. La libertad es lo más grande que tenemos, cuando la pierdes es lo que más añoras", asegura.
Por su parte, Rafael Ricardi Robles, de 53 años, estuvo 13 años en prisión acusado de una violación que nunca cometió. Por ello ha recibido la mayor indemnización pagada a un preso en España, 1.100.000 euros, pero su paso por la cárcel dejó secuelas que aún hoy no es capaz de nombrar. El resto de internos le hicieron "de todo, la violación es el delito peor visto en el talego", asegura.
Otro protagonista del reportaje es Miguel Montes Neiro, de 63 años, el preso común más antiguo de España que ha pasado 36 años de su vida en prisión y ha protagonizado 19 fugas. "Simulaba ahorcamientos y me iba al hospital", reconoce. Se considera una víctima del sistema penitenciario. Actualmente disfruta de un indulto junto a su hermana y sus dos hijas que se podría quebrantar si comete algún delito antes de 2015.
La vida de la cárcel fuera de la cárcel, en 'Sueño de libertad'
En la segunda entrega que Cuatro emitirá a continuación, el equipo de 'Entre rejas' acude a las puertas de las principales cárceles del país para recoger el testimonio de los presos que acaban de salir o de familiares que acuden a las visitas programadas. ¿Cómo son sus primeras horas en libertad? ¿Creen en la reinserción? Preguntas que sólo pueden responder quienes hoy vuelven a estar libres. Los permisos penitenciarios se convierten en una válvula de escape para los presos porque durante unas horas recuperan la libertad y disfrutan de sus familias.
En la cárcel de Alhaurín, un preso que sale en libertad reconoce ante las cámaras que podría volver a delinquir para poder regresar a prisión: “Para qué quiero la libertad si no tiene nada que ofrecerme, en la calle es imposible encontrar trabajo, no me importaría volver a entrar”, asegura.
José Manuel está cumpliendo cuatro años de condena por haber herido a un hombre en una reyerta. “Cada vez que llega un permiso no duermo la noche anterior, se te pone un nudo en el estómago que no te deja ni respirar, salir de aquí es muy grande”, dice.
Juan Antonio lleva 14 años entrando y saliendo de prisión. “Hoy es un día muy grande para mí porque salgo libre”. En su casa se sincera y denuncia el trato que recibió por parte de algunos funcionarios. Por su parte, Manuel, de 26 años, ha pasado los últimos cuatro años de su vida entre los muros de la prisión de Sevilla sin disfrutar de un solo permiso. Engendró a su hija en un vis a vis: “Estoy loco por cogerla en brazos y ejercer por fin de padre”, cuenta.