Muchísimos jubilados, que invirtieron todos sus ahorros en la banca (española y mundial) lo perdieron todo tras la caída de Lehman Brothers. Un día, María Águeda se enteró de que no le quedaba nada de los 200.000 euros que le aseguraban una renta: “Fui a mi banco y allí empezaron a portarse mal conmigo y a cerrarme las puertas. La directora me dijo que ella no me podía dar información para no perder su puesto. Todavía no me he recuperado de aquello, se supone que era una operación segura”.