Hay quienes tienen pasión por subir al Everest y hay quienes tienen pasión por informarse de lo que le puede ocurrir a alguien que sube al Everest. Yo soy de los segundos. El mal de altura o mal de la montaña es una alucinante respuesta de nuestro organismo al cambio de la densidad del oxígeno que ingerimos y que, por desgracia, le ha costado la muerte a muchos alpinistas que se han atrevido a subir a grandes cimas. "No es que en los picos más altos no haya oxígeno, es que la densidad de ese oxígeno es mucho más pesada de lo que estamos acostumbrados y, por lo tanto, entra en menor medida en nuestros pulmones", nos explica Garrido, un guía habitual de la montaña.
Síntomas físicos: del dolor de cabeza al edema cerebral y pulmonar
La dificultad de respirar puede provocar edema pulmonar y/o edema cerebral, pero en el mal de altura hay niveles. Ni Elsa ni Chris se encontraban en un 8.000, ni Hemsworth llegó a ese estado de gravedad pero, como él mismo contó en una entrevista en Los Ángeles, su humor cambió, se negaba a recibir ayuda y, por la noche, sintió que se ahogaba. ¿Por qué?, ¿por qué le pasó? "Las personas que están acostumbradas a vivir al nivel del mar lo notan mucho - Hemsworth es australiano-. Si tú vives en la costa y, de repente, te vas a Sierra Nevada, la altura de la montaña te puede afectar- También si eres alto-. No tiene por qué ser a gran altura, yo mismo a 3.400 metros me he querido morir. Te empieza a doler la cabeza, sientes nerviosismo, naúseas, insomio... Es algo muy frecuente".
Síntomas neurológicos: una forma de locura
Un síntoma principal es el cambio de comportamiento, un giro a la irracionalidad en mayor o menor grado. "Por ponerte un ejemplo, yo tuve un cliente que a 4.500 metros no dejaba de quitarse los guantes. Era imposible que entrara en razón y que se dejara los guantes puestos. No lo hacía por rebeldía, es que, cuando empiezas a sufrir el mal, te comportas como un niño. Tu cerebro no comprende. Tuvimos que bajarle inmediatamente".
Cuando el mal de montaña es agudo, esta falta de lógica se multiplica por mil. La escasez de oxígeno en el cerebro y la hipotermia provocan inmovilidad, resistencia a cualquier tipo de ayuda, alucinaciones, ganas de tirarse al vacío, ganas de desnudarse (antes de morir, se siente un calor insoportable; es el llamado desnudo paradójico). Es una reacción brutal. "Lo que hay que hacer es bajar. O seguir bajando, porque esto ocurre muchas veces en el descenso, después de haber tenido un subidón de adrenalina. Hay que bajar y aplicar oxígeno -si se lleva- para que el cuerpo vuelva a la normalidad", concluye Garrido.
Así lo hizo el equipo del programa con Hemsworth, pues el protocolo de seguridad se aplicó enseguida. Haciendo un esfuerzo total - se mareaba y decía que veía doble- Elsa alcanzó la cima a más de 5000 metros de altura.