José Manuel Sánchez Riera es el único agente del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) que sobrevivió a la Emboscada de Latifiya del 29 de noviembre de 2003. En el trayecto de sus bases a Bagdad su convoy fue atacado. Él sobrevivió y 20 años más tarde cuenta como el beso de “un tipo bien vestido de la zona” le salvó la vida.
29 de noviembre de 2003. Muchos no recordarán que hacían ese día, otros quizás no habían nacido. Pero para José Manuel Sánchez Riera, agente del CNI en Irak en 2003, fue el día en el que sus siete compañeros fueron asesinados por la insurgencia iraquí en Latifiya.
El grupo de agentes del Centro Nacional de Inteligencia de España se dirigía desde sus bases a Bagdad cuando sufrieron el mortífero ataque: “Oímos un ruido de motor muy potente por nuestra derecha y luego comenzaron los disparos. La secuencia es muy rápida. A nuestro conductor le disparan, da un volantazo y salimos de la carretera. Aparecimos a 60 metros en un talud”, cuenta Pepe Sánchez, que es como se dirige a él Jon Sistiaga.
En un primer momento no fue el único superviviente del ataque. José Manuel recuerda cómo su compañero Carlos y él lograron salir del convoy: “Los dos que pudimos salir fuimos Carlos y yo, los demás estaban muertos o muy graves. Nos dio tiempo a escondernos, los atacantes de la carretera comenzaron a hacernos fuego”.
José Manuel recuerda la llegada de un vehículo de "sus compañeros de Najaf" que apareció instantes después: “Pararon en el arcén y los atacantes en ese momento se fueron. Hicimos varias llamadas y cuando fuimos a decir las coordenadas de dónde estábamos para que enviaran ayuda, empezaron a hacernos fuego desde las casas”.
Fue en ese momento cuando los dos agentes del CNI decidieron dividirse para tratar de conseguir más asistencia: “Carlos, al ver que no podía hacer yo mucho, me dijo que fuese a buscar ayuda. En el trayecto sí noté que me hacían fuego. Crucé la carretera e intenté parar a un vehículo que no paró. A unos 200 metros había una aglomeración de vehículos que me rodearon, empezaron a pegarme, me ataron las manos a la espalda, intentaron meterme en el maletero del coche”, narra José Manuel sobre el momento en el que fue brutalmente atacado.
El exagente del CNI no olvida cómo la aparición de una persona local le salvó la vida: “Salí del maletero y, mientras me pegaban, apareció un tipo bien vestido de la zona, un local. Me dio un beso, se fue y aquello cambio. La gente que me estaba pegando desapreció de la escena. De pronto un taxista me dijo que me llevaba y a los metros me monté en una patrulla de la policía y les conté lo que pasó”.
Cuando José Manuel logró regresar a la zona en la que sus compañeros y él habían sufrido la emboscada, no había supervivientes: “Me dio tiempo a ver un poco la escena, porque todavía estaban haciendo fuego los atacantes. Yo iba en el asiento trasero y el jefe de la patrulla me echó la mano por detrás, me agachó la cabeza y me dijo que estaban todos muertos”.
Ante la afirmación de Sistiaga de “un beso te salvó de la muerte”, José Manuel asiente y confirma verbalmente sobre ese fatídico 29 de noviembre de 2003.