Fue la propia madre del menor, la que al buscar información en Internet sobre posibles soluciones para aislar el aula en la que recibe clase, encontró una forma: colocar pelotas de tenis usadas en las patas de las sillas.

Era una gran solución, ya que ayudaría a que Paula pudiese estar más tranquila en clase. La respuesta, desde luego, fue inmediata: la madre se lo comentó a uno de los profesores y este, a los dos días, tenía un saco de pelotas tenis regalado por la Escuela de Tenis del Club Zaudín de Tomares.

Según cuenta Manuela, el resultado de la colocación de esas pelotas de tenis en las patas de la sillas “ha sido espectacular, Paula está más tranquila en clase y con ella también el resto de compañeros, se benefician todos”. Y es que, como también indica “ser maestro es algo más, algo más que enseñar a sumar, a restar, a leer o a escribir. Todo es importante”, en clara referencia a lo que han conseguido los profesores del colegio de Paula.

Por su parte, Miguel Jurado, tutor y maestro de Paula, explica que una vez que Manuela le comentó la opción de las pelotas de tenis contacto con Roberto, profesor de tenis en la escuela de la localidad sevillana y “tan amablemente me las facilitó”. La colocación corrió por su parte, por la de Nacho, el padre de Paula, y con la ayuda de la propia pequeña.

Y es que, aunque a veces pueda parecer muy complicado ayudar a niñas como Paula, un simple gesto, como en este caso las pelotas de tenis, pueden servir para mucho. Pueden ayudar a que Paula, cuando crezca, sea, como indica Manuela, “una persona adulta sea todo lo autónoma posible y tenga una vida plena dentro de sus posibilidades”.