Señales de alarma en el abuso sexual infantil: cómo identificar si un niño lo puede estar sufriendo
Por desgracia, esta situación se repite más veces de las que pensamos. El miedo al qué dirán, las heridas fuertemente enquistadas, el propio sentimiento de culpabilidad hacen que en muchas ocasiones las víctimas de abusos lleguen incluso a mantenerlos de por vida silenciados.
Para evitarlo, fundaciones como 'AspaSi y el buen trato a la infancia' trabajan duramente en la creación de guías de vigilancia activa y pasiva o impartiendo talleres de prevención y detención precoz en colegios, institutos o universidades.
Como nos cuenta Margarita García Márquez, psicóloga clínica y fundadora de 'AspaSi', hasta de lo más negativo se pueden sacar cosas positivas. "Ahora se habla sobre ello, y hablarlo ya está sirviendo como prevención. Los abusadores están escuchando que cada vez hay más noticias, y ya no pueden esconderse en el secreto o en el silencio de parte de la gente abusada".
Aunque sea una noticia difícil y dura, es una buena noticia. Y sobre esa premisa se trabaja con niños, padres y formadores. "Lo primero es enseñar a los niños a protegerse". Si alguien quiere tocarles las zonas íntimas o privadas tiene que tener recursos para saber poner límites. Pero por otro lado también hay que enseñarles a que si les sucede hay que contarlo cuanto antes porque "si lo cuentan enseguida, podemos protegerles y poner límite al agresor".
Si tenemos en cuenta que el 20% de los niños abusados se convierten en abusadores, resulta más importante aún trabajar directamente con ellos para que no queden secuelas. La experiencia dice que cuando se consigue sacar el abuso justo cuando pasa, las secuelas pueden llegar a ser mínimas o inexistentes y los afectados pueden salir de terapia en tres o cuatro meses.
Síntimas: no siempre es fácil detectar los abusos
"Cómo le voy a decir NO si es alguien de poder, es un mayor". Esta es una de las motivaciones más recurrente en los pequeños para no oponerse a unos abusos que en la mayor parte de los casos llega casi sin avisar. Y es que los niños, al principio, pueden no presentar síntoma alguno.
Los abusos suelen empiezan de manera suave y "amorosa", con lo cual los niños pueden sentirse especiales y únicos para esas personas. "Mira cómo me cuida", "mira que soy su favorito", "mira la de regalos que me hace"... Los más pequeños pueden incluso sentirse agradecidos de la atención que el adulto les está prestando. "El abusados no suele empezar de forma repentina y grave, sino que va creciendo paulatinamente, despacio pasito a paso", revela Margarita García.
Los expertos aseguran que el abusador es capaz de ir tejiendo una 'tela de araña' en la que el niño termina por caer. Cuando se da cuenta de que ya está ahí, ya no puede salir porque es ahora cuando empiezan los chantajes, las acusaciones, los sentimientos de culpa... "Qué van a pensar de mí", "quién me va a creer a mí antes que a él"...
El niño, enganchado en un no saber qué hace empieza a exteriorizar síntomas. Malestar, conductas muy sexualizadas, terrores nocturnos, miedos generalizados, agresividad, mutismo selectivo, regresiones... el trabajo de los padres y cuidadores alcanza aquí un punto importante porque no todos los niños reaccionan de la misma manera.
Por eso es fundamental el trabajo de prevención y detección precoz para que los padres puedan ver estos síntomas o puedan hablar francamente de todo. "Tener una buena comunicación activa y abierta con los hijos es fundamental". Los más pequeños deben sentir la confianza y el respaldo de los adultos. Eso hará que se abren y cuenten. Y, si en ese momento no han podido, sabrán que pueden hacerlo más tarde porque les vana escuchar y a entender.
Cómo se ayuda al adulto
En el caso de los adultos el protocolo no cambia excesivamente, pero sí contamos con un gran handicap "Si el niño lo guarda (el abuso) durante años, es como un cáncer que cada vez le va haciendo más daño". El adulto por regla general necesita más tiempo de terapia y el apoyo de la familia o la pareja en su caso es clave.
Cuando reconozca que él no ha sido ni el culpable ni el responsable de lo sucedido, cuando consiga acoger su dolor, su rabia, su ira o su indefensión, tendrá gran parte del trabajo hacia la curación hecho.