Las canas, vistas tradicionalmente como un signo de envejecimiento, se están volviendo un mal cada vez más habitual para jóvenes de edades mucho más tempranas que en generaciones actuales. Cada vez es más común ver a millennials y miembros de la generación Z con cabello gris o blanco, algo que en generaciones anteriores no solía manifestarse tan pronto.

Este fenómeno ha despertado la curiosidad de la comunidad científica, que ha investigado sus posibles causas. Si bien la genética sigue jugando un papel determinante en el encanecimiento del cabello, existen otros factores como el estrés, la alimentación y el estilo de vida moderno que parecen contribuir a la aceleración de este proceso.

Uno de los principales determinantes de cuándo comenzamos a tener canas es la genética. Un estudio publicado en Nature Communications identificó el gen IRF4 como un factor clave en la aparición de cabello blanco o gris. Este gen está involucrado en la producción y almacenamiento de melanina, el pigmento responsable del color del cabello, la piel y los ojos.

Si una persona tiene una variante de este gen asociada con un menor almacenamiento de melanina, su cabello perderá color más rápidamente. Sin embargo, este factor genético no ha cambiado de una generación a otra, lo que indica que otros elementos están influyendo en la aceleración del proceso. 

El estrés ha sido identificado como uno de los principales factores que contribuyen al encanecimiento prematuro. Un estudio publicado en Nature en 2020 demostró que el estrés crónico afecta las células madre que regulan la producción de melanina en los folículos pilosos. Cuando una persona experimenta episodios intensos de estrés, estas células pueden agotarse más rápidamente, provocando que el cabello pierda su pigmentación a una edad más temprana.

Las generaciones más jóvenes se enfrentan a altos niveles de estrés debido a factores como la inestabilidad laboral, la sobrecarga digital y los continuos cambios en el estilo de vida respecto a épocas pretéritas. 

A esto hay que añadir que la dermatóloga Viktoryia Kazlouskaya confirmó que el estrés no solo acelera el encanecimiento, sino que también puede causar pérdida de cabello y debilitamiento del folículo piloso.

La alimentación también juega un papel clave en la salud capilar. Investigaciones recientes han demostrado que ciertas deficiencias nutricionales pueden acelerar la aparición de canas, especialmente la falta de:

Un estudio realizado en jóvenes menores de 20 años con canas prematuras detectó bajos niveles de estos minerales y vitaminas en comparación con quienes aún mantenían el color en su cabello. Esto sugiere que los cambios en la alimentación, el aumento del consumo de alimentos ultraprocesados y la disminución en la ingesta de nutrientes esenciales pueden estar afectando la salud capilar.

Otro elemento que ha cambiado con el tiempo es el entorno en el que vivimos. La exposición a contaminantes ambientales y toxinas ha aumentado en las últimas décadas, y su impacto en la salud capilar es cada vez más evidente.

La contaminación del aire y el agua pueden generar estrés oxidativo, un proceso que daña las células productoras de melanina en el cabello. Además, el uso de productos químicos agresivos en el cuidado capilar, como tintes y tratamientos capilares, también puede afectar la salud del folículo piloso y acelerar el encanecimiento.

A pesar de la preocupación inicial por la aparición temprana de canas, la generación Z y los millennials están redefiniendo los estándares de belleza. En plataformas como TikTok, cada vez más jóvenes lucen con orgullo su cabello gris y rechazan la idea de que las canas son un signo exclusivo del envejecimiento.

Esta aceptación social ha dado lugar a una tendencia en la que muchas personas incluso se tiñen el cabello de gris o blanco de manera intencionada, normalizando un aspecto que antes era motivo de preocupación o rechazo.

El encanecimiento prematuro en millennials y la generación Z es un fenómeno en el que intervienen múltiples factores. Si bien la genética sigue siendo un factor determinante, elementos como el estrés, los cambios en la alimentación, la contaminación y el uso de productos agresivos han contribuido a que las canas aparezcan antes en comparación con generaciones anteriores.

A pesar de ello, la percepción de las canas ha cambiado radicalmente. Lo que antes era motivo de preocupación o tintes constantes, ahora se ha convertido en una característica estética aceptada y en muchos casos celebrada. La ciencia sigue investigando, pero una cosa es segura: las canas han dejado de ser un tabú y han pasado a ser parte de una nueva identidad generacional.