Cada 2 de abril desde 2008 se celebra el Día Mundial de Concienciación sobre el Autismo tal como estableció la Asamblea General de las Naciones Unidas. En sus inicios la finalidad era sensibilizar a la opinión pública sobre el autismo pero este objetivo se ha sobrepasado. En la jornada actual además se pretende “promover la aceptación y el aprecio de las personas autistas y de su contribución a la sociedad”.

La Confederación Autismo España describe el autismo como “una condición del neurodesarrollo que afecta a la configuración del sistema nervioso y al funcionamiento cerebral”. La consecuencia se traduce en “dificultades para la comunicación e interacción social” junto a problemas de flexibilidad del pensamiento y de la conducta de los afectados.

En la Confederación explican que “no hay dos personas con autismo iguales”. Por ello actualmente se aplica el término TEA o Trastorno del Espectro Autista. “Cada persona autista es única y tiene sus propias necesidades, capacidades e intereses”, puntualizan. Además, este escenario implica “apoyos especializados y adaptados a su situación personal y a su momento vital”, añaden.

Las cifras ponen sobre la mesa una realidad que afecta a un elevado porcentaje de la población en todo el mundo. Según la Confederación Autismo España, que agrupa y representa a 192 entidades nacionales que apoyan a las personas con autismo y a sus familias, solo en España hay 500.000 individuos con TEA y cada año nacen unos 4.200 niños y niñas con autismo. Los 22 meses es la edad media en la que surgen las sospechas, sin embargo, hasta los 3 o 4 años no llega el diagnóstico definitivo. Por su parte, la identificación del autismo en personas adultas no para de crecer.

A pesar de celebrarse iniciativas que pretenden sensibilizar, concienciar e integrar a las personas con Trastorno del Espectro Autista como esta jornada todavía queda mucho por hacer. Cada día se siguen produciendo hechos incomprensibles. Tal como publica esta Confederación en su web, un 46,3% de los niños con autismo sufre acoso escolar. Después, en las etapas posteriores, el camino y las posibilidades siguen siendo muy complicadas con porcentajes de entre el 70% el y 90% de desempleo en las personas adultas con autismo.

La realidad es que el compromiso de las administraciones con respecto a las necesidades de los niños y los adultos con TEA no es estable ni cuenta con una financiación que garantice el 100% de sus necesidades, apoyos y terapias. Lo habitual es que sean las familias quienes asuman el coste económico de los “apoyos especializados y adaptados a la situación personal y al momento vital” de la persona autista y que además resultan imprescindibles para llevar una vida de calidad.

En nuestro país la Confederación vuelve a poner en marcha diversas iniciativas para celebrar el Día Mundial de Concienciación sobre el Autismo 2025. Una de ellas es hacer el gesto del infinito. Con este símbolo, que presentan en múltiples colores, se hace referencia a la diversidad y a la singularidad del espectro autista; efectivamente, “no hay dos personas con autismo iguales aunque compartan el mismo diagnóstico”, ya que “cada una tiene sus propios intereses, capacidades y necesidades”.

Una segunda iniciativa de este día especial es la recopilación de firmas de un manifiesto. En él se exponen dos condiciones básicas: que las personas con autismo reciban “los apoyos específicos y flexibles que requieran en cada etapa de su vida” y que sean las administraciones públicas quienes garanticen “su financiación, sostenibilidad y calidad”.

En tercer lugar, durante el 2 de abril se propone la iluminación en color azul de los edificios y de los monumentos de todo el mundo como apoyo a las personas con TEA y a sus familias. Este color es el símbolo del autismo porque representa su día a día; maravilloso y vibrante como el mar en calma en un día de verano o el más oscuro de los mares durante una tempestad. A su vez se incentiva la propagación de esta propuesta en redes sociales bajo el mismo #IluminadeAzul de ediciones anteriores.

La celebración de una jornada especial que ponga el foco de atención en el autismo también sirve para concienciar sobre la importancia de una detección precoz. Percatarse cuanto antes de que el comportamiento no se corresponde a la edad madurativa de un niño o es atípico puede conducir a un diagnóstico temprano y con ello poner en marcha de inmediato todos los mecanismos y tratamientos correspondientes. En este caso la corta edad puede jugar en favor de reducir los síntomas del autismo y mejorar la calidad de vida.

En nuestro país existe un protocolo establecido sólido de revisiones sanitarias periódicas que realizan los pediatras y las enfermeras pediátricas de los centros de salud. En estas revisiones, que se llevan a cabo desde el nacimiento, se efectúan evaluaciones completas en las que es posible detectar un TEA antes de los dos años. Del mismo modo los niños mayores y los adultos que nunca han sido diagnosticados pero presentan síntomas también pueden acceder a la realización de pruebas de detección.

Desde la Confederación Autismo España subrayan la importancia de detectar a tiempo el TEA; permite reaccionar a educadores y a profesionales de la salud en todo lo relacionado con la enseñanza y la adquisición de habilidades sociales para desenvolverse en cualquier ámbito. El objetivo es “adaptar las estrategias de enseñanza y el entorno educativo para satisfacer las necesidades específicas y comenzar a trabajar en el desarrollo de las habilidades sociales y emocionales necesarias para facilitar la relación del menor con sus compañeros, familiares y otros adultos”. De la misma manera, la detección precoz posibilita que las familias aprendan “estrategias para ayudar a sus hijos con TEA” al igual que ponerse en contacto con grupos de apoyo y con profesionales que les orienten y les proporcionen asistencia.