La enfermedad renal crónica se ha posicionado estos últimos años como un problema de salud pública muy grave en nuestro país, y a la vez, muy invisibilizado. Se le conoce como una enfermedad silenciosa por la falta de síntomas iniciales, pero afecta al 15% de la población adulta en España. La pérdida lenta de la función de los riñones no es un problema menor y se espera que en pocos años sea la segunda causa de muerte en mayores de 65 años, solo por detrás del alzhéimer.  

Más de seis millones de españoles sufren en la actualidad de enfermedad renal crónica, una afección que llega a condicionar la vida de sus pacientes. El volumen de enfermos preocupa a la comunidad sanitaria, que alerta del aumento de casos año tras año.  

En apenas diez años, el número de pacientes que necesitan diálisis o un trasplante de riñón ha crecido un 30%. En pleno Día Mundial del Riñón, Susana Penas Jiménez ha querido recordar su historia con la enfermedad: “Me detectaron una leucemia, me tuvieron que hacer un trasplante urgente y fueron muchas sesiones de quimioterapia que me han fastidiado los riñones”. 

Sus riñones solo funcionan al 10%, por lo que dispone de una máquina de hemodiálisis instalada en mitad de su salón: “El cacharro junto con la mesa. Tienes que estar obligatoriamente sentada en un sillón porque te puedes marear”. Susana requiere de la ayuda de su marido en varias ocasiones para someterse al tratamiento. Decidió autosuministrárselo en casa, pero es más complicado de lo que parece. Hay que seguir un protocolo muy estricto y hacer un curso para que nada falle. 

Según explica David Arroyo, nefrólogo del Hospital Gregorio Marañón, “solamente el 10% se lo están haciendo actualmente en su domicilio y esperamos que en el futuro este porcentaje aumente”. Susana se muestra satisfecha, ya que puede realizarse el tratamiento a cualquier hora del día y llevárselo de vacaciones, pero también sufre momentos complicados: “Es duro porque dependes de una máquina para vivir”. 

El caso de Susana no es aislado, pero lo más preocupante es que la mitad de los pacientes no saben que sufren de enfermedad renal crónica hasta que ya es demasiado tarde. Esto ocurre porque "en los estados iniciales no va a haber ningún síntoma y por eso es importante hace cribado”, sobre todo en “personas con diabetes, hipertensión, obesidad”. 

Un simple análisis de sangre y de orina podrían detectar la afección en apenas unas horas. Los profesionales sanitarios expresan la necesidad de una detección precoz para aplicar el tratamiento lo antes posible. Un diagnóstico a tiempo podría retrasar hasta en 20 años el ingreso en diálisis “o que incluso entre medias consigamos algún donante para poder hacer un trasplante de riñón, que es la mejor opción”. 

Los datos de trasplantes renales en España son más que favorables, pero sigue habiendo personas como Paula que sueñan a diario con conseguir un riñón compatible y dejar de vivir condicionada por una máquina: “Que me hicieran un trasplante me haría super feliz, no depender de la máquina y poder poner mi salón bonito”. 

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