Una conservación adecuada de los alimentos es fundamental para mantener su frescura, sabor y seguridad. En esta función, los plásticos juegan un papel esencial, aportando soluciones flexibles y muy eficaces para el almacenamiento y preservación de los distintos productos alimenticios.
Para ello, es importante saber qué plásticos son los más recomendados para conservar los alimentos, ya que, hay algunos más seguros que otros teniendo en cuenta sus características, beneficios y consideraciones de seguridad.
Polietileno de alta densidad (HDPE)
Este plástico es conocido por su resistencia y durabilidad. Se suele utilizar en envases para productos lácteos, zumos y bolsas de congelación. El polietileno de alta densidad es seguro para el contacto con alimentos y también es reciclable.
Polietileno de baja densidad (LDPE)
El polietileno de baja densidad se utiliza mucho en la fabricación de envoltorios plásticos y bolsas de pan. Se caracteriza por su flexibilidad. Es menos resistente que el polietileno de alta densidad, pero, ofrece una buena barrera contra la humedad.
Polipropileno (PP)
El polipropileno es un material resistente al calor, lo que lo hace perfecto para fabricar aquellos envases que se tienen que calentar en el microondas. También se usa para la fabricación de recipientes reutilizables, tapas y envases para yogur. Este plástico es reconocido por su durabilidad y seguridad alimentaria.
Tereftalato de polietileno (PET)
Conocido por su claridad y resistencia, el tereftalato de polietileno se suele utilizar para fabricar botellas para bebidas y envases de alimentos preparados. Es una opción muy ligera y reciclable y muy aceptada en la industria alimentaria.
Cuando se utiliza un envase plástico adecuado, se puede prolongar significativamente la frescura de los alimentos al protegerlos de factores externos como el oxígeno y la humedad. Un ejemplo muy claro son las carnes envasadas que aguantan gracias a ese envase varios días en perfecto estado.
También hay que tener en cuenta que los plásticos van a actuar como una barrera efectiva contra microorganismos y contaminantes ambientales, esto hace que el riesgo de enfermedades transmitidas por alimentos se reduzca mucho. Pero, no solo protegen los alimentos de bacterias, también los previenen de daños físicos durante el transporte y almacenamiento, sobre todo cuando se trata de productos frágiles como las frutas y verduras.
Además, su adaptabilidad hace que se puedan crear envases de distintas formas y tamaños, optimizando el espacio de almacenamiento y facilitando su uso en distintas aplicaciones culinarias. Hoy en día se sigue innovando en el diseño de envases para poder conseguir una mejora aún más óptima en la conservación de los alimentos.
Evidentemente, hay que asegurarse de que los plásticos que se utilizan para almacenar alimentos son seguros y que también cumplan con las normativas vigentes. En la Unión Europea, los materiales plásticos en contacto con alimentos están regulados por el Reglamento (UE) 10/2011, en el cual se establece que los requisitos de seguridad y límites de migración de sustancias desde el material plástico al alimento.
También es importante identificar los envases destinados al contacto con alimentos mediante el símbolo del vaso y el tenedor. Esto indica su conformidad con esta normativa antes mencionada. Se recomienda siempre evitar el uso de recipientes muy antiguos que puedan tener materiales que puedan dañar la salud.
Por otro lado, y entrando en el tema de la sostenibilidad, el reciclaje de plásticos es una práctica fundamental para reducir el impacto ambiental. El ecodiseño está jugando un papel muy importante para la reducción de este impacto ambiental de los envases plásticos promoviendo pequeñas mejoras como los tapones adheridos a las botellas para así poder facilitar su reciclaje y la reducción del uso de materiales.
Siempre hay que utilizar recipientes de plásticos diseñados específicamente para el almacenamiento de alimentos, los cuales se identifiquen con el símbolo del vaso y el tenemos. Es recomendable evitar utilizar envases de un solo uso para almacenar alimentos, debido a que estos ya no pueden cumplir con las normas de seguridad alimentaria.
Por otro lado, hay que tener en cuenta que los recipientes de plástico tienen una vida útil limitada. Por tanto, es esencial reemplazarlos cuando presenten signos de desgaste, como grietas o decoloración para así evitar que esta contaminación se transfiera a los alimentos. También es importante etiquetar los envases con la fecha y contenido para poder controlar su seguridad.
Por último, en el caso de conservar sobras de comida, es mejor utilizar recipientes de vidrio o plástico con tapa en lugar de papel de aluminio, debido a que éste no puede crear un sello hermético y puede aumentar el riesgo de proliferación bacteriana. Siempre hay que mantener las sobras a una temperatura adecuada, entre 3ºC y 5ºC, y consumirlas dos o tres días después o congelarlas.