La segunda temporada de la serie documental ‘En guardia: mujeres contra el crimen' arranca con el caso Asunta, la niña de 12 años asesinada en septiembre de 2013 y por cuyo homicidio se condenó a los padres adoptivos, Rosario Porto y Alfonso Basterra.
Una vez se encuentra el cuerpo de la niña, los agentes acuden a la residencia de los padres ubicada en Montouto para ver si hay indicios de que la niña hubiese estado ahí momentos previos a lo sucedido. Begoña Rodríguez, la agente de Policía Judicial de la Guardia Civil fue uno de los papeles claves en la investigación del caso. Rodríguez participó en la detención de la madre y estuvo junta ella durante todo el proceso hasta su ingreso en prisión.
La agente relataba el día que acudieron hacia la casa de Montouto junto a los padres adoptivos: “Iban en el coche con los agentes en dirección a la casa. Rosario estaba en su fase de negación, pero Alfonso solo comentaba ‘ojalá no la hayan agredido sexualmente”.
Al llegar a la residencia, los agentes explican que Rosario abrió la puerta, quitó la alarma y en lugar de encender las luces tranquilamente, arranca a correr hacia las escaleras de arriba. Este comportamiento levantó sospechas: “Decía que iba al baño, cuando en la planta baja había un baño…al llegar arriba en lugar de ir a donde nos había dicho, fue a la habitación de al lado”, detalla el agente.
Al entrar en la habitación de arriba, se observa a Rosario próxima a una papelera y al mirar en su interior se comprueba que hay una cuerda naranja. A primera vista por la morfología y la tonalidad era exactamente igual a las cuerdas vistas en el lugar donde fue encontrado el cadáver de Asunta, un dato que cobró mucha importancia en el caso.
Jorge Fernández De Aranguiz fue el fiscal del caso Asunta y recuerda que estos últimos datos fueron muy destacables en la relación del asesinato con la casa de los padres. Una vez se hace la investigación en profundidad de la casa de Montouto y se le pregunta a Rosario por el contenido de la papelera ella asegura que esas cuerdas no las había visto nunca. “En ese momento, interrumpe Alfonso Basterra y añade que las cuerdas eran de los jardineros”, detalla el fiscal. Sin embargo, se interrogó al jardinero para verificar la información de Basterra, y él confesó no tener acceso en ningún momento al interior de la casa.