El aire acondicionado es un elemento indispensable en millones de hogares y oficinas, especialmente durante los meses de verano. Sin embargo, como pasa con cualquier dispositivo tecnológico, su uso continuado y la falta de mantenimiento pueden derivar en averías que afectan su eficiencia, incrementan el consumo energético y generan incomodidades. Este artículo explora los fallos más comunes que sufren estos equipos y cómo prevenirlas, asegurando un rendimiento óptimo y prolongando su vida útil.
Uno de los problemas más frecuentes es encender el dispositivo y notar que no enfría como debería. Este inconveniente puede tener varias causas:
Es frustrante intentar encender el equipo y que no responda. Entre las razones más habituales de esta situación está el fallo en la alimentación eléctrica. Un enchufe desconectado, un disyuntor activado o un fusible quemado pueden ser los culpables. Por ello, es conveniente revisar la conexión eléctrica y, de ser necesario, reemplazar el fusible o reiniciar el disyuntor.
Si el termostato no funciona o está mal configurado, el aire acondicionado no se encenderá. Presta atención a las baterías del termostato o calíbralo correctamente. En casos extremos, podría necesitarse el reemplazo del dispositivo.
Obviamente, la tercera opción es que haya componentes electrónicos o mecánicos defectuosos, que impidan el encendido del aparato. En estos casos la solución pasa por consultar con un técnico para diagnosticar y reparar el problema.
Un equipo que genera ruidos inusuales, como zumbidos, chirridos o golpes, puede tener partes sueltas o desgastadas. Hablamos de tornillos, ventiladores u otros componentes internos pueden estar sueltos. Tendríamos que revisar el equipo y ajustar las piezas sueltas o reemplazar las que estén desgastadas.
También puede deberse a que las aspas del ventilador estén desequilibradas, con lo que generarían ruido si están dañadas o desalineadas. De nuevo, eliminar el problema pasaría por hacer una revisión del aparato y recolocar las partes desajustadas..
Finalmente este problema también podría deberse a que el compresor sea defectuoso, provocando ruidos. En esta ocasión lo conveniente es realizar una inspección profesional para determinar la gravedad del problema.
Los malos olores son un problema recurrente y pueden deberse a la acumulación de humedad. La condensación puede generar moho y bacterias en los conductos. Al limpiar los conductos y asegurarse de que el sistema de drenaje funcione correctamente se eliminaría el problema.
En cambio, si estos olores se deben a que los filtros están sucios, también pueden aparecer malos olores. Habría que limpiar o cambiar los filtros, y acordarse de hacerlo regularmente.
Las fugas de agua suelen originarse por obstrucciones en las líneas de drenaje, cuando la acumulación de suciedad bloquea las tuberías, provocando derrames. También es posible que la bandeja de drenaje esté dañada, rota o corroída, por lo que no recogerá el agua condensada. En esta ocasión habría que optar por la sustitución de la bandeja.
Los cortes inesperados o el encendido y apagado continuo del sistema pueden ser consecuencia de sobrecargas eléctricas, ya que una instalación eléctrica inadecuada puede afectar el funcionamiento del aire acondicionado. En este caso la solución pasa por verificar que la instalación cumpla con los requisitos del equipo.
Si el problema son componentes defectuosos, como condensadores, relés o cables dañados, que pueden interrumpir el funcionamiento del aparato, lo que habría que hacer es sustituir los componentes defectuosos.
Prevenir averías es más sencillo y económico que repararlas. Algunas recomendaciones incluyen:
El aire acondicionado es un aliado indispensable para mantener el confort en el hogar o la oficina. Con un mantenimiento adecuado y la atención oportuna a las señales de mal funcionamiento, es posible que nos dure en buenas condiciones de funcionamiento durante mucho tiempo. Si aparecen problemas, recurrir a un técnico cualificado es esencial para evitar daños mayores y prolongar la vida útil del equipo.