A lo largo de la historia, los gemelos y mellizos han sido objeto de fascinación en las más diversas culturas. Por ejemplo, en muchas tradiciones africanas, los gemelos son considerados símbolos de fortuna y fertilidad, mientras que en la mitología romana, Rómulo y Remo, gemelos monocigóticos, fueron los fundadores de Roma.
Sin embargo, más allá de mitología e historia, cuando hablamos de nacimientos múltiples, es habitual que los términos gemelos y mellizos se utilicen de manera intercambiable. Sin embargo, desde una perspectiva biológica y genética, estas dos formas de gestación son marcadamente diferentes.
Mientras que los gemelos idénticos comparten una carga genética casi idéntica, los mellizos presentan un parentesco similar al de hermanos nacidos en diferentes embarazos. Entender estas diferencias no solo es importante para los padres, sino también para los médicos y genetistas que estudian las complejidades de la vida humana.
Los gemelos monocigóticos, conocidos comúnmente como gemelos idénticos, son el resultado de la división de un único óvulo fertilizado por un solo espermatozoide. Esta división ocurre en las primeras etapas del desarrollo embrionario, generalmente dentro de los primeros 13 días tras la concepción. Al proceder de una única célula inicial, los gemelos comparten el 100% de su material genético, lo que les confiere características físicas muy similares y también el mismo sexo.
Además de sus similitudes físicas, los gemelos idénticos suelen compartir una conexión especial, conocida como "gemelidad", que puede incluir comportamientos sincronizados y una fuerte afinidad emocional. Sin embargo, no se trata de personas completamente idénticas. Existen factores epigenéticos, como el ambiente uterino y las experiencias individuales, que pueden causar en pequeñas diferencias físicas o incluso en la predisposición a ciertas enfermedades.
En contraste, los mellizos, o gemelos dicigóticos, se desarrollan a partir de dos óvulos diferentes fertilizados por dos espermatozoides distintos. Este fenómeno ocurre cuando la madre libera más de un óvulo durante el mismo ciclo menstrual y ambos son fecundados. Como resultado, los mellizos comparten aproximadamente el 50% de su carga genética, igual que cualquier par de hermanos no gemelos.
La principal diferencia con los gemelos idénticos es que los mellizos pueden ser de sexos diferentes y, generalmente, presentan una apariencia física distinta. En algunos casos, las similitudes entre mellizos pueden ser marcadas debido a factores hereditarios comunes, pero no son tan consistentes como en los gemelos monocigóticos.
El término médico "embarazo gemelar" engloba tanto los nacimientos monocigóticos como los dicigóticos, ya que ambos implican la gestación de más de un feto. Sin embargo, los mellizos son significativamente más comunes. Aproximadamente dos tercios de los embarazos múltiples corresponden a mellizos, mientras que los gemelos monocigóticos representan solo el 1 de cada 250 nacimientos.
En términos de riesgos médicos, ambos tipos de embarazos múltiples conllevan mayores probabilidades de sufrir complicaciones, como puede ser un parto prematuro o tener bajo peso al nacer, si se los compara con los embarazos únicos habituales. A esto hay que añadir que los embarazos monocigóticos también pueden presentar problemas específicos, como el síndrome de transfusión feto-fetal, donde uno de los gemelos recibe más nutrientes que el otro debido a la forma en que comparten la placenta.
Los mellizos son más comunes en ciertas circunstancias:
Por otro lado, los gemelos monocigóticos no están influenciados por factores hereditarios ni ambientales. Su ocurrencia es completamente aleatoria, sin una predisposición genética conocida.
De esta forma con lo que tenemos que quedarnos para diferenciar estos dos términos es que mientras que los gemelos monocigóticos reflejan una singularidad genética extraordinaria, los mellizos representan la diversidad inherente a la reproducción humana.