El paso que la DANA sobre la península ha sido devastador a todos los niveles. Las consecuencias han sido catastróficas. Decenas de localidades han quedado completamente destruidas y una semana después, los damnificados intentan volver a la normalidad como pueden. Los expertos ya se han puesto en marcha porque esta no va a ser la última DANA, por lo que se empieza a debatir cómo prevenir las consecuencias de las siguientes. Como informa Alma Trabajos en el video, los expertos comienzan a estudiar los cauces de los ríos y la importancia de su conservación.
Uno de los mayores problemas de la riada ha sido la velocidad a la que bajó el agua por los barrancos. Sin embargo, la velocidad y el desbordamiento pueden ser controlados gracias a la naturaleza y a la vegetación de los cauces, según informa Pau Fortuño, técnico de investigación de CREAF: “Las vegetaciones en los lechos de los ríos, si es la vegetación natural, ayuda a que estas velocidades del agua disminuyan y puedan incluso tener menos daños después las inundaciones”.
Se empieza a debatir si la forma efectiva de evitar la magnitud de estas riadas es limpiando los cauces, pero la realidad es que la vegetación actúa como un muro contra el agua: “Limpiar de basura sí, limpiar de coches sí, limpiar si hay cosas sucias, pero la vegetación no consideramos que sea una suciedad que limpiar, al contrario”. La limpieza de la vegetación no es la mejor alternativa, de hecho, podría ser contraproducente a no ser que se trate de especies invasivas.
El temporal nos ha dejado numerosas imágenes de cañas acumuladas en medio del fango. La caña, según los expertos, sí debe ser controlada porque “cuando no tiene competidores: árboles autóctonos, plantas autóctonas, lo que hace es expandirse al máximo, y por eso vemos a veces esos cauces de zonas un poco degradadas llenas de caña”. “Una de las formas para eliminarla definitivamente es renaturalizaciones con planta autóctona que poco a poco va haciendo sombra, y esa caña poco a poco se va retirando”.
La naturaleza es la que tiene la solución del problema, pero “al final, el riesgo cero no existe”. La conservación de los cauces de los ríos a partir de ahora es fundamental, “hay que intentar que los ríos sean anchos, no canalizarlos y recuperar la naturalidad de las riberas para justamente evitar que el agua de esos barrancos baje a esa velocidad tan bestia que es al final lo que tiene mucho poder destructivo”.
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