Se sabe que el trabajo de cara al público es complicado. El poner buena cara ante la mala educación, horas de pie, horarios rotativos y un largo etcétera hace que este tipo de empleos sean sumamente duros. ¿Pero qué ocurre cuando el trabajador tiene un mal día? Como se informa en el video, los trabajadores se ven forzados a disimular, pero no hay que olvidar que esto puede acarrear consecuencias en nuestro equilibrio emocional.
También denominados como trabajos emocionales, estos son empleos donde se exige una atención al público óptima y donde las emociones muchas veces se ven ocultas para poner una sonrisa en su lugar. Eva Rimbau, profesora de la Universidad Oberta explica que "lo que hacemos es normalmente suprimir o modificar nuestras propias emociones para representar una que resulte adecuada en el trabajo". Las buenas caras, las sonrisas y la cortesía son características que definen al empleado de servicios. Ana Casinello, dependienta, es el claro ejemplo: "sonrisa siempre, desde que me levanto".
Esta actitud en los trabajos emocionales se tiene que mantener durante toda la jornada laboral, aun teniendo un día malo: "La gente no tiene por qué sentir que yo tengo un día malo", expresa Jonatan Pancorvo, camarero. Tener un día malo puede ocurrir, pero es más frecuente encontrarse con clientes que paguen su día malo con los trabajadores. Según la Encuesta Europea sobre Condiciones del Trabajo, el 30% de los empleados que trabajan cara al público se enfrenta día tras día a personas que están enfadadas. ¿Cuál es la respuesta de los trabajadores? "Sacas dientes, te ríes y ya está", declara Germán García, mecánico. Lo que no tenemos en cuenta es que esta actitud tiene consecuencias.
El Ministerio de Trabajo publicaba un informe donde analizaba los trabajos emocionales. En este se indica que esta clase de empleos genera burnout o síndrome de quemarse por trabajo. Además, se produce un desgasto emocional y despersonalización en muchos casos, como explica Eva Rimbau: "simplemente es poner una buena cara o una cara que se espera que tengas que poner, pero si tú no te lo crees, no estás de humor, esto claramente te genera agotamiento emocional". El trabajador también puede llegar a desarrollar una actitud cínica en su día a día y producir interferencias en la distinción de roles. El trabajo emocional también acarrea consecuencias físicas, ya que la supresión de emociones puede incrementar la activación cardiovascular.
Este tipo de trabajos son muy sacrificados y aunque una buena actitud provoca el bienestar de los clientes, nunca hay que olvidarse de lo empleados.
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