A partir de este lunes, Alemania pone en marcha durante seis meses un plan para reforzar sus fronteras con otros países de la Unión Europea. Es un intento de reducir la entrada de personas sin papeles en medio del auge de la ultraderecha al calor de los últimos ataques terroristas cometidos por solicitantes de asilo.
Al mismo tiempo, Italia construye en Albania dos megacentros de acogida para desplazar fuera de su territorio la recepción de inmigrantes.
Políticas unilaterales que han levantado las suspicacias de otros países europeos pero que, sobre todo, amenazan principios como la libre circulación de personas en el espacio Schengen y el mismo proceso de integración europea.
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