¿Amamos con el corazón o con la cabeza?: un estudio revela dónde reside y cómo se activa
Un estudio desvela que el amor reside en el cerebro y cómo se activa
Los investigadores finlandeses han comprobado que el amor es un sentimiento que está totalmente conectado con el cerebro
El amor por un hijo provoca más actividad en el cerebro que el amor por cualquier otra persona
¿Amamos con el corazón o con la cabeza? La ciencia nos dice que solo hay una respuesta: amamos desde el cerebro. Según informa Beatriz Benayas en el vídeo, un estudio recogido en la revista Cerebral Cortex de la Universidad de Oxford concreta con qué zonas o cómo se activan, dependiendo de si se trata de amor por los hijos, los amigos o la naturaleza, entre otros.
Un grupo de investigadores finlandeses han comprobado que el amor es un sentimiento que está totalmente conectado con el cerebro. El estudio ha detectado la actividad cerebral que desata el amor y han medido cómo de intensa es según a quién se ame.
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Investigadores de la universidad finlandesa de Aalto han medido mediante resonancias magnéticas la actividad cerebral de 55 adultos, mientras se les invitaba a meditar historias relacionadas con seis tipos de amor: por los hijos, la pareja, los amigos, la compasión por un extraño, las mascotas, y la naturaleza.
A todos los participantes se les planteaba que reflexionaran sobre las mismas cuestiones, por ejemplo, para estudiar el amor por los hijos se les invitaba a pensar qué sintieron cuando vieron a su bebé recién nacido y en buen estado de salud por primera vez en la vida.
El amor por los hijos dispara al extremo la actividad cerebral
De esta manera, los científicos han comprobado que el momento de ver por primera vez a un hijo es cuando el amor dispara al extremo la actividad cerebral. El amor por un hijo provoca más actividad en el cerebro que el amor por cualquier otra persona. Ningún otro “activa de forma tan profunda esas áreas del cerebro”, subraya uno de los investigadores, Pärttyli Rinne, de la universidad de Aalto.
Seguido de cerca está el movimiento en el cerebro que provoca el amor a la pareja, luego el amor por los amigos y ya detrás el amor compasivo por personas que no son de nuestro entorno.
“Las áreas cerebrales asociadas al amor entre personas son muy similares, y diferencias radican sobre todo en la intensidad de la activación, que es mayor con los hijos, y algo mayor con la pareja que con los amigos”, apunta Rinne en un comunicado. En todos estos casos, la zona del cerebro que se enciende es la cognitivo social.
Sin embargo, cuando sentimos amor por la naturaleza o los animales, se encienden otras áreas, el sistema de recompensa y el área visual. Pero hay una excepción: cuando el animal es una mascota, la parte del cerebro que se activa es la misma que cuando sentimos amor por otras personas. Es la confirmación científica del impacto que provoca el amor por quienes tenemos más cerca y queremos.
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