Cuando los agentes de la Policía Nacional pidieron el registro de la casa donde se escondía el prófugo conocido como 'El Yoyas', sabían que Carlos Navarro había tenido 19 meses para pensar en su plan de fuga. Tanto es así que valoraron que el excolaborador televisivo, condenado a casi siete años por malos tratos a su pareja, hubiera construido algún tipo de “conexión” entre la casa donde se escondía y la de sus familiares, vecinos de la misma urbanización. Por eso, cuando pidieron al juez una orden para entrar en la vivienda, la hicieron extensible a cualquier otro inmueble que pudiera estar conectado “por el interior”, ante la sospecha de que El Yoyas hubiera tirado alguna pared o construido algún tipo de pasarela interna para escapar por otro inmueble controlado por su familia.
Además, una sospecha parecida llevó a los agentes a pedir que el día de la detención, estuviera presente el Grupo Operativo de Intervenciones Técnicas (GOIT) de la Policía Nacional, ante la posibilidad de que 'El Yoyas' hubiera construido una “habitación del pánico” en el inmueble o algún tipo de habitáculo oculto para esconderse.
Sobre los agentes encargados de dar con él pesaba además el hecho de que su principal colaborador en esta fuga, según los informes de la Policía Nacional era un excompañero suyo, ya que el padre del prófugo había sido agente de ese mismo cuerpo. Eso provocaba que tuviera un extenso conocimiento de los protocolos policiales. Y por eso era importante que la orden de registro fuera amplia.
De hecho, fue el padre por medio de su tarjeta de crédito el que aportó los primeros datos para dar con 'El Yoyas'. Ante la negativa del juzgado a pinchar los teléfonos de la familia, los agentes optaron por un método menos intrusivo: analizar el flujo del dinero. Era evidente que si la familia estaba dando cobertura al maltratador fugado, los fondos tenían que salir de algún lugar.
Los agentes de la Unidad de Fugitivos de la Policía Nacional no encontraron grandes desplazamientos patrimoniales. No había dinero saliendo de las cuentas del padre y entrando en las de nadie desconocido, pero sí había un detalle: numerosas compras de alimentos pagadas con tarjeta. Demasiados alimentos para una persona que vivía sola en su casa.
Comenzaron así los seguimientos para ver qué pasaba con esa comida y el trabajo sobre el terreno se prolongó durante 14 días a lo largo de dos meses. En ese tiempo, los agentes no vieron ni una sola vez a 'El Yoyas' asomar la cabeza por una ventana, salir a la calle o dar señales de vida. Sin embargo, tanto su padre como su novia y su hermana pasaban largo tiempo en aquella casa vacía, llevaban comida y se llevaban bolsas de basura. Llegó entonces una nueva comprobación de los agentes, que se dedicaron a medir el consumo eléctrico de aquella casa supuestamente vacía. Detectaron que había uso de electricidad en distintas horas del día y eso pese a que se suponía que estaba deshabitada.
Fue ese elemento, que confirmó que había alguien oculto en la casa, el que sirvió de última gota para colmar el vaso de los investigadores, que con todas esas pruebas pidieron al juzgado permiso para entrar en la vivienda. Cuando llegaron, allí estaba 'El Yoyas', semidesnudo y con las ventanas casi tapiadas. No les esperaba.
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