Un estudio de la Universidad de Nueva York asegura que la solución para frenar el consumo de psicofármacos podría estar en un sapo. Según informa Patricia Pereda en Noticias Cuatro, concretamente la solución está en la sustancia que segrega, un antídoto frente a la depresión y la ansiedad. En las pequeñas glándulas parótidas del sapo bufo se encuentra un compuesto psicodélico que tiene propiedades alucinógenas.
El estudio se realizó en ratones para investigar el potencial terapéutico para tratar la depresión y otros trastornos mentales. Víctor Pérez, director de salud mental en el Hospital del Mar, explica: “A diferencia de los fármacos antidepresivos clásicos, que necesitan entre cuatro y ocho semanas para hacer efecto, son sustancias que tienen un efecto inmediato”.
Víctor Pérez afirma: “A las pocas horas el enfermo mejora de la sintomatología depresiva. Llama mucho la atención que en algunos casos estos enfermos están bien sin sintomatología depresiva durante semanas o incluso meses”.
Las moléculas que se extraen activan la serotonina, un transmisor clave que regula el estado de ánimo. Víctor Pérez comenta: “Tanto en el estrés postraumático, que es una enfermedad tremendamente dramática para aquellas personas que lo sufren; como en la depresión persistente”.
Víctor Pérez añade: “Lo que quiero decir es que son pacientes con enfermedades depresivas que no responden a otros tratamientos”. La investigación da información crucial para otras terapias. Víctor Pérez expone que se puede utilizar en otros tipos de trastornos de ansiedad, en dependencias al alcohol o en dependencias a determinadas sustancias.
Cabe recordar que el uso sin control de la sustancia segregada por el sapo bufo es peligroso. Víctor Pérez cuenta: “Tiene efectos secundarios que pueden ser graves y tiene un potencial adictivo que también hay que tener en cuenta”. Entre los efectos que puede causar su consumo está la taquicardia, la pérdida de conocimiento, alucinaciones e incluso la muerte. Aun así, este estudio se considera un paso importante en los tratamientos de salud mental.
La cantidad de psicofármacos que se recetan en España es muy elevada, por lo que el Ministerio Sanidad está preparando una guía para intentar dosificar su distribución, más de 2,5 millones de personas los consumen en nuestro país y cada vez son más. Según datos de la OCDE, somos el segundo país de Europa en consumo de ansiolíticos (60 dosis por cada 1.000 habitantes), solo por detrás de Portugal (85 dosis).
España también es el quinto país en consumo de antidepresivos con 98 dosis por cada 1.000 habitantes. El primero es Islandia con 157 dosis, luego Portugal con 150 dosis, Canadá con 134 y Suecia con 114. Los especialistas aseguran que esto es culpa de la falta de psicólogos clínicos, hay que medicar porque no hay acceso a un tratamiento; y también por el abuso de la inmediatez, los propios pacientes quieren soluciones rápidas.