El presidente de Estados Unidos asegura que mañana detallará cómo queda su ofensiva arancelaria tras los pasos atrás, no reconocidos como tal en ningún caso, dados esta semana. El último ayer al excluir de los aranceles todos los componentes electrónicos, móviles y ordenadores. Para dejar claro que no reconocerá nunca algo parecido a una rendición, Trump asistió en Miami a un combate de lucha, como ha explicado Rosa Conde.

Ovacionado por 20.000 personas en Miami, así entraba Donald Trump en el Kaseya Center, escenario anoche de una velada de artes marciales mixtas. Una puesta en escena perfecta para seguir alimentando ese aura de luchador que tanto cultiva.

Con un taje azul oscuro y corbata con lingote de oro. Justo detrás, su nieta, Kai Trump, una de las muchas personas que acompañaron anoche el presidente de Estados Unidos en este baño de masas.

Comitiva que incluyó a Elon Musk y a su hijo, a Marco Rubio, a Ted Cruz y al secretario de salud Robert Kennedy Junior. Durante la jornada, Trump estrechó su mano a la exestrella de la NBA Shaquille O'Neal, muy crítico siempre con él. Las redes ardieron con ese momento.

Antes de los combates, el presidente se puso en pie para ofrecer su ya conocido bailecito a petición de la masa y recibió un homenaje desde el cuadrilátero de uno de los luchadores, que simuló jugar al golf, el deporte favorito de Trump.

Acabó así un día en el que Trump volvió a rectificar su agresiva política arancelaria, excluyendo equipamiento eléctrico y electrónico como: móviles, ordenadores o chips, de los altísimo gravámenes impuestos a China, donde se fabrican buena parte de ellos.

127.000 millones de dólares en importaciones, un cuarto del total de la balanza comercial entre Washington y Pekín. Maniobra sobre la que, ya en el avión presidencial que lo trasladó de Mar a Lago a Miami, anunció que en las próximas horas dará explicaciones.

Mensaje optimista tras una semana en la que los mercados se han asomado al abismo por la guerra comercial declarada por Trump contra todo el mundo, especialmente China.

Lo que sí hay seguro es incertidumbre y miedo a una recesión global que Trump minimiza mientras inaugura en su campo de golf una estatua de si mismo, puño en alto. La pelea continúa.

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