Donald Trump busca a su manera la paz en Ucrania, pero su proximidad con Putin no es suficiente por ahora para convencer a un presidente ruso que se siente fuerte. En especial por la situación critica para Ucrania en el territorio ruso de Kursk. Como informa Laura de Chiclana, la vida de los soldados ucranianos supuestamente rodeados por las tropas de Moscú se ha convertido en un arma negociadora de Putin y del propio Trump que advierte a Kiev de que sería una masacre horrible.
Separados apenas por una carretera, el combate en Kursk es casa por casa. Las tropas del Kremlin avanzan este sábado y aseguran haber recuperado otras dos localidades. Por el contrario, el ejército de Kiev reconoce verse obligado a replegarse. Cada vez ocupan menos territorio de esta zona rusa conquistada en verano. Moscú da a los soldados ucranianos un ultimátum: si quieren salvar la vida, deben rendirse.
Esta es la situación que aprovecha Donald Trump para redoblar la presión sobre Zelenski. El presidente estadounidense asegura haber hablado con Putin. Le ha pedido que perdone la vida a las tropas de Kiev y se muestra optimista sobre un alto el fuego.
Pero Putin no se ha movido de su posición inicial y solo aceptará la paz con sus condiciones. Por su parte, Zelenski niega que sus tropas estén cercadas en Kursk.
Lo que no para es la guerra. Varias localidades del este de Ucrania han sido bombardeadas por drones rusos. La defensa de Moscú ha interceptado más de 100 drones ucranianos en distintos puntos del país.
En medio del conflicto se encuentra Europa, intentando tener voz propia. El primer ministro británico ha convocado a una veintena de líderes, entre ellos Pedro Sánchez, por videoconferencia. Objetivo: garantías para una paz duradera. Keir Starmer se muestra totalmente convencido de que, tarde o temprano, Putin se sentará a negociar.
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