Nueva York se enfrenta una crisis migratoria sin precedentes, caracterizada por la llegada masiva de solicitantes de asilo y migrantes, lo que ha generado desafíos significativos en términos de alojamiento, servicios sociales y políticas públicas.
Desde 2022, la ciudad ha recibido a más de 225,000 migrantes, representando aproximadamente el 15% de la población residencial de Manhattan. Esta afluencia ha llevado a que gimnasios, refugios y hoteles estén desbordados, con miles de migrantes alojados en instalaciones temporales.
‘Fuera de cobertura’ ha podido charlar con la reportera de Noticias Cuatro desplazada a Nueva York, Mamen Sala, que explicaba lo que supone el problema de la migración para esta ciudad estadounidense.
Además, Alejandra Andrade visitaba un albergue que acoge a migrantes en Nueva York: “Es impresionante la cantidad de niños que vemos por aquí”. La reportera charlaba con uno de lo responsables del centro y con algunos de los migrantes.
“Históricamente nunca había llegado una cantidad tan grande al sistema de albergue. Las personas que nos llegan aquí, la mayoría, el 80% han llegado a Nueva York en las últimas seis u ocho semanas. Y el tema de la ultraderecha realmente es un peligro, porque ha calado y ha calado hasta Nueva York. Estamos en el centro de la contienda política”, comentaba Jesús.
Una de la migrantes que ha hablado con ‘Fuera de cobertura’ cuenta cómo fue su periplo hasta llegar a Nueva York desde Venezuela:
“Me vine en bus y luego en México por la selva de Colombia-Panamá, todo con el bebé de diez meses. Llegó el cartel, yo corrí, pero me agarraron, me pusieron la pistola en la cabeza, mandaron a desnudarme, a quitarme todo… con el bebé siempre encima. Nos dejaron ir y de ahí, desde las once de la noche hasta las siete de la mañana, caminando en el desierto para rodear la montaña para que inmigración no nos agarrara”.
Otras de las historias que ha conmocionado a Alejandra Andrade ha sido la de Erika que llegó a Nueva York desde Ecuador. “Crucé el río Bravo. La niña cumplió cinco meses en la selva. Pasé mucho miedo, de verdad que no quisiera ni mirar atrás. El viaje duró un mes y diez días”.
“Pasamos por la selva de Panamá, eran subidas, bajadas y era mucho lodo. La gente se ahogaba en los ríos porque a veces era muy profundo, se los llevaba el río, se caían de las montañas…”, continuaba contando muy afectada.