China ha plantado cara a Donald Trump con aranceles del 10% sobre el petróleo y el 15% sobre el gas licuado y el carbón de Estados Unidos. Ni 24 horas ha tardado el país en contraatacar a la subida de aranceles impuesta por el presidente. El presidente chino, Xi Jinping, ha respondido con la misma moneda pero de manera selectiva. Nada de aranceles generalizados, dejando quizá una puerta abierta a la negociación al igual que ha hecho el magnate con México y Canadá, según informa Beatriz Palomar.
A partir del lunes, Pekín ha anunciado más impuestos al petróleo, al gas natural licuado, a la maquinaria agrícola o a los coches de gran cilindrada y camionetas fabricadas en Estados Unidos. Anoche, entre decreto y decreto, Trump aseguró que hablaría con China muy pronto.
A diferencia de lo que ha ocurrido con México y Canadá, Trump ya negociará con los nuevos aranceles en vigor. El presidente estadounidense quiere presionar así a Pekín para que tome medidas para evitar el tráfico de fentanilo y sus componentes químicos. “Esta es una guerra contra las drogas, no una guerra comercial”, afirmaba el asesor comercial de Trump, Peter Navarro. Así se refería también a sus países vecinos, a los que no les impondrá aranceles, de momento, a cambio de más agentes en la frontera para luchar contra el narcotráfico y la inmigración.
Entre las contramedidas de Pekín a los aranceles estadounidenses se incluye una investigación a Google por presuntamente violar las leyes antimonopolio del gigante asiático. Así, anunció controles a las exportaciones de minerales clave para fabricar semiconductores y baterías y presentó una demanda ante la Organización Mundial del Comercio (OMC) por los aranceles porque "violan gravemente" las normas del organismo y "no abordan los problemas de Estados Unidos".
Europa ya se prepara para ser el siguiente blanco de Trump. Hoy, la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen, ha reiterado que los 27 están dispuestos a entablar negociaciones difíciles cuando sea necesario y a encontrar soluciones cuando sea posible. La jefa del Ejecutivo comunitario no dudó en destacar "los fuertes vínculos entre la Unión Europea y Estados Unidos".
"La cuestión es que hay mucho en juego para ambas partes. Hay empleos, empresas, industrias aquí y en Estados Unidos que dependen de la relación transatlántica, así que queremos hacerla funcionar. No solo por nuestros lazos históricos, sencillamente porque es un buen negocio", concluyó la presidenta de la CE.
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