Después de 4 días de rescate agónico bajo tierra, por fin la espeleóloga italiana Ottavia Piana ha podido ver la luz del día. Un rescate extremo y muy complicado que ha acabado con final feliz y antes de lo previsto. Según informa Marina García y Ana García Quesada, la espeleóloga de 32 años está estable, está consciente y tratándose en el hospital de las diversas fracturas que sufrió tras precipitarse por una grieta.
El durísimo rescate ha concluido esta madrugada con el miedo de los servicios de emergencias de que las duras condiciones de frío y, también, el fuerte dolor que estaba sufriendo la espeleóloga pudiesen empeorar la situación en cualquier momento.
Ottavia Piana, de 32 años, estaba trabajando el pasado 14 de diciembre a 400 metros de profundidad y cayó por una grieta debido al desprendimiento de una roca. Los compañeros que la acompañaban en la expedición han querido transmitir a la prensa italiana que no se trata de una imprudencia si no un caso de mala suerte.
El equipo de salvamento alpino ha logrado sacar de la cueva Bueno Fonteno a la espeleóloga Ottavia Piana a las 2:59 de la madrugada. Un final feliz para un rescate complicado para el que han hecho falta 75 horas de trabajo ininterrumpido.
Una vez en el exterior los rescatistas han tenido que llevar la camilla hasta un punto accesible para el helicóptero, allí volvían a inmovilizar su cuerpo con el fin de proteger sus múltiples lesiones, fracturas en las vértebras, costillas, huesos de la cara y rodilla.
Consciente pero exhausta y muy dolorida, según los médicos, ha sido trasladada, al fin, hasta un hospital de Bérgamo, donde la espeleóloga ya recibe tratamiento médico.
En su retina y en la de todos quedan grabadas las imágenes de estos tres días de pesadilla en los que los servicios de emergencia han luchado por sacarla de una gruta estrecha y claustrofóbica. Durante el rescate ha estado asistida en todo momento por seis médicos y 8 enfermeros.
La cueva de Bueno Fonteno estará unida intrínsicamente a la historia personal de esta espeleóloga de 32 años. Su obsesión por mapear sus túneles ha estado a punto de costarle la vida dos veces. Esta, y otra el año pasado, cuando la gruta volvió a tragársela dos días hasta que, también herida, pudo ser rescatada.
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