Muere Paul Alexander, el último hombre que vivió dentro de un pulmón artificial de acero
Paul Alexander se graduó en Derecho y ejerció como abogado a lo largo de su vida
Paul Alexander perdió la capacidad de moverse, de caminar y de respirar tras contraer la polio
Una de sus mayores preocupaciones fue ver cómo descendían las vacunas de la poleo
Paul Alexander ha pasado 70 años dentro de un pulmón artificial de acero. Con seis años cogió la polio, una enfermedad que le ha condenado a estar dentro de una máquina de por vida. Sin ella, no podía respirar. Este lunes, Alexander falleció por una infección de Covid con 78 años, según informa en el vídeo Dani Berbel.
“Cuando contraje la poleo por primera vez, era un niño como otro cualquiera. Los siguientes cinco días lo perdí todo”, explicó Alexander. Esta enfermedad no le ha impedido llevar la vida que quería: se graduó en Derecho, trabajó e incluso escribió un libro.
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“Esto es lo que hace la enfermedad, no es divertido”, explica Alexander
La polio es una enfermedad potencialmente mortal que afecta a niños menores de cinco años y que se expandió por Estados Unidos en los años 50. Entre 1952 y 1953, se cuantificaron 350.000 contagios hasta que se desarrolló una vacuna en 1962. Alexander fue uno de los menores que la contrajo. En cuestión de cinco días, Paul Alexander perdió la capacidad de moverse, de caminar y de respirar.
Fue uno de los niños que se introdujo dentro de un pulmón artificial de acero para sobrevivir. Una de sus mayores preocupaciones era ver el descenso en las vacunas de la poleo. “Esto es lo que hace la enfermedad, no es divertido”, afirmó. Aunque reconoció que la enfermedad no le robó sus sueños: "He experimentado lo mismo que tú e incluso más", indicó con una sonrisa.
“Él quería cambiar el mundo y ayudar a la gente”, señala su hermano
El ‘pulmón de acero’ es una herramienta que ayudó a salvar la vida de centenares de niños como Alexander. Tiene unos fuelles que succionan aire del cilindro, obligando a los pulmones a expandirse y aspirar el aire a través de la nariz.
“Él quería cambiar el mundo y ayudar a la gente. No iba a marcharse sin estar convencido de haber hecho algo grande”, subraya Philip Alexander, su hermano. Así fue como decidió compartir su historia en redes sociales para sensibilizar sobre el tema y dar un ejemplo de superación. Historias como las de Paul nos recuerdan que sí podemos contra las adversidades.