La mejor calle para tapear de España: tiene 200 metros y 80 bares

La calle del Laurel en pleno apogeo
  • La historia de la Calle del Laurel comienza con la demolición de las antiguas murallas de Logroño en 1862

  • En pleno casco histórico de Logroño se esconde una joya gastronómica que condensa lo mejor de la tradición española del tapeo

  • Las mejores bravas de Madrid se comen en estos bares

En pleno casco histórico de Logroño, capital de La Rioja, se esconde una joya gastronómica que condensa lo mejor de la tradición española del tapeo: la Calle del Laurel. De apenas 200 metros de largo, pero cuenta con más de 80 bares y restaurantes, este rincón urbano ha sido calificado por numerosos medios como la mejor calle para tapear de España, y con razón. No hay en todo el país un lugar donde se pueda disfrutar de tanta variedad culinaria en tan poco espacio, y con tanta identidad además.

La historia de la Calle del Laurel comienza con la demolición de las antiguas murallas de Logroño en 1862. Desde entonces, las viviendas colindantes se reconstruyeron, y con el paso del tiempo esta calle pasó de ser una vía residencial a convertirse en un centro neurálgico de la vida gastronómica local. Hoy, es un emblema de la ciudad, al nivel del vino de Rioja que la acompaña en cada copa.

La calle discurre en paralelo a la calle Bretón de los Herreros, y se conecta con otras zonas de tapeo como las calles San Agustín, Albornoz y la Travesía del Laurel, todas incluidas en lo que popularmente se conoce como "la senda de los elefantes" —un apodo popular que alude al caminar tambaleante tras una ronda extensa de pinchos y vinitos.

Especialización por bar: la clave del éxito

Uno de los secretos mejor guardados de la Calle del Laurel es que cada bar se especializa en una o dos tapas concretas. Esta estrategia convierte el paseo por la calle en una especie de ruta gastronómica, donde cada parada es una experiencia distinta. Esta fórmula “obliga” a los comensales a ir de local en local, degustando una delicia diferente en cada uno.

El Bar Soriano, por ejemplo, es célebre por sus champiñones a la plancha con gambas y su salsa secreta. En Blanco y Negro, considerado el bar más antiguo de la zona, el clásico es el "matrimonio": boquerones y anchoas con pimientos. Y en el bar Jubera, las patatas bravas son un imán para locales y turistas. Cada local tiene su personalidad, su sabor estrella y su clientela fiel.

A esto hay que añadir que tapear en la Calle del Laurel no es solo una experiencia gourmet; sino también una opción de lo más accesible. Una tapa acompañada de un corto de cerveza cuesta, de media, 2,30 euros. Este precio razonable permite disfrutar de una cena completa a base de pinchos sin tener que vaciar la cartera. 

A partir de las 21:00 h, el bullicio se apodera de la calle. La mezcla de aromas, conversaciones, vinos riojanos y música ambiente crean una atmósfera difícil de igualar. Durante las fiestas de San Mateo en septiembre o San Bernabé en junio, la calle alcanza su máxima expresión, transformándose en un hervidero festivo que atrae a visitantes de toda España y más allá.

Y es que no solo los españoles han caído rendidos ante los encantos del Laurel. Medios internacionales como The Times o The Guardian han incluido a Logroño entre los mejores destinos gastronómicos del continente, destacando precisamente el fenómeno del tapeo en esta calle como uno de sus grandes atractivos. 

Más allá del pincho: identidad, comunidad y vino

Tapear en Logroño no es solo comer: es participar de una tradición cultural. En un momento en que la gastronomía tiende al refinamiento extremo o a la fast food sin alma, la Calle del Laurel ofrece una alternativa basada en la autenticidad, la identidad local y la convivencia. Aquí, los bares no son cadenas ni franquicias: son negocios familiares, con recetas heredadas, y una clientela que mezcla generaciones.

Y por supuesto, el vino. Tapear sin una copa de Rioja es, sencillamente, impensable. La calle es también una muestra viviente de la importancia del producto local y de temporada. Quesos de cabra riojanos, embutidos artesanales, pimientos asados, setas de temporada… todo marida con el entorno.

En un país donde el tapeo es casi una religión, la Calle del Laurel en Logroño se ha ganado el título de santuario. Lo que comenzó como una simple calle más, hoy es un símbolo de la gastronomía popular española, y una parada obligatoria para quienes buscan no solo comer bien, sino entender cómo se vive, se celebra y se comparte en este país. Una calle de 200 metros con más de 80 bares que condensa lo mejor del espíritu español: sabor, alegría, tradición y comunidad.

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