La Fiscalía pide 15 años y medio de cárcel para Ángel María Villar, acusado de corrupción en el caso Soule. Se investiga si el expresidente de la Federación Española de Fútbol aprovechó su cargo para beneficiar a personas de su entorno, entre ellos su hijo. El programa ‘Mís días en la cárcel’ ha hablado con él y se puede ver en la plataforma online de Mediaset, Mitele Plus.

El 18 de julio de 2017 arranca la operación Soule con la detención de Ángel María Villar. De ahí, al calabozo y después a prisión. Siete años después, lo recuerda Mitele con un nuevo programa donde cuenta cómo se enteró de que habían pagado su fianza. Fue prisionero durante 12 días y ahora la Fiscalía quiere que se le condene a estar allí durante 15 años.

“Estar en prisión es muy jodido”, así lo confiesa el propio Ángel María Villar en el programa ‘Mis días en la cárcel’. En media hora de conversación, a Villar también le da para sacar conclusiones positivas y recuerdos de sus días en prisión, como el flirteo entre presos y presas en las misas comunes. "Cuando se dice 'la paz del señor sea con vosotros', había un movimiento de presas con un movimiento de hombres. Yo pensaba mal, decía 'ya están ligando, el vis a vis'".

Su juicio aún no tiene fecha, pero Villar podría volver a estos recuerdos si le condenan por alguno de los cuatro delitos que le imputan por su etapa frente a la federación. La Fiscalía pide que sea condenado a 15 años y medio de cárcel y a 966.000 euros de multas, más indemnizaciones que superan los 4,5 millones de euros.

"Entre al menos los años 2007 y 2017 los acusados Ángel María Villar y Juan Antonio Padrón, aprovechándose de los cargos que ocupaban como presidente y vicepresidente económico de la RFEF, respectivamente, (...) beneficiaron a personas físicas y jurídicas de su entorno en connivencia con otros acusados", resaltan en el escrito de acusación.

Lo hicieron, detalla, "bien con la consecución de contratos a su favor en condiciones económicas perjudiciales para la RFEF, bien mediante el pago a fondos de la RFEF de retribuciones que o no se correspondían con ninguna prestación de servicios o no en las condiciones que se retribuían". La Fiscalía sostiene que desde 2009, Villar “decidió la celebración de algunos de los partidos amistosos de la Selección Absoluta de Fútbol de acuerdo con lo convenido con su hijo, el también acusado Gorka Villar en perjuicio de la RFEF y con el fin de beneficiar a éste personalmente”.

Villar delegó en su hijo "tanto la elección de esos equipos como la negociación de las condiciones económicas, a pesar de carecer éste de cualquier relación laboral o contractual o poder de representación de la RFEF". La Fiscalía señala que todo ello generó unos perjuicios a la RFEF de 4.514.441,72 euros, que es lo que reclama en concepto de indemnización.

Aunque la mayor pena que exige el Ministerio Público es para Villar, para su hijo reclama siete años de cárcel por administración desleal y corrupción en los negocios y una multa de 900.000 euros.

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