“Cientos de personas me han confesado que eran incapaces de leer El Quijote”, revela el escritor Andrés Trapiello. “Esos lectores han encontrado ahora una novela de humor, con la que se ríen”, añade. La entrevista tiene lugar con motivo de una nueva edición de su traducción al castellano actual (la primera era de 2015), una versión donde el original y la versión de Trapiello se presentan en páginas enfrentadas, lo que hace más fácil su cotejo.
“El castellano del Quijote no era una lengua fácil y por eso era tan necesario traducirlo”, explica Trapiello. “El Quijote es entretenimiento, una lectura de aventuras, y esto se ha ido perdiendo”, lamenta el escritor.
Mario Vargas Llosa explica en el prólogo de esta nueva edición que el empeño de Trapiello “ha sido una obra de tesón y de amor inspirada en su conocida devoción por el gran clásico de nuestra lengua”.
Pero el resultado de ese empeño no ha estado exento de críticas, especialmente de los más puristas. “Cuando se publicó mi traducción, hace ya casi diez años, hubo quien reservó su juicio pensando que quizá no fuera necesaria o que haría peligrar el original”, recuerda Trapiello.
“A día de hoy", prosigue, "cerca de doscientos mil lectores han podido leer al fin el libro que más se les resistía, y ninguna alegría puede haber comparable a esta. Cervantes ha ganado doscientos mil lectores de no inferior solvencia a la de quienes leen su libro en ruso, chino, alemán, inglés o francés”.
Andrés Trapiello también ha presentado ‘Fractal’, una breve antología del ‘Salón de Pasos Perdidos’ (Alianza), la “novela en marcha” (ya con 24 tomos) que confecciona desde hace 35 años. El autor confiesa que su vocación es la de lector, pero su destino es ser escritor. “Podemos dar sentido y argumento a la vida con la escritura, y especialmente con la novela, porque que es algo que tiene desarrollo y va hasta un final”, concluye.
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