Apenas quedan videoclubs en España, debido a que la llegada de las plataformas de vídeo y de la televisión a la carta están acabando con ellos. Según informa Elisa Albacete en Noticias Cuatro, en Madrid cierra uno de los más grandes y el último de la ciudad, Ficciones de Cine, y ha puesto a la venta su catálogo de 50.000 cintas y DVD. Entrar en Ficciones de Cine es como entrar en otra época, en aquella en la que el cine se alquilaba, donde se elegían las películas antes de llegar a casa.

Los clásicos estaban al alcance de la mano, con cintas que hoy cuesta encontrar y que dentro de poco será prácticamente imposible; debido a que Ficciones de Cine, al igual que otros videoclubs, echa el cierre. Marcia Seburo, dueña del videoclub Ficciones, explica por qué van a cerrar: “Porque la gente prefiere la comodidad que le da una plataforma. Le dará pereza venir aquí, llevarse la película, tener que devolverla”.

Ficciones de Cine abrió en 2003, cuando aún no existían las plataformas de vídeo ni YouTube. La única manera de poder elegir lo que veías en casa era venir a videoclubs como este. En todo este tiempo han acumulado un catálogo impresionante. Marcia Seburo expone: “Efectivamente, tenemos un catálogo de 50.000 títulos. Ni juntando todas las plataformas llegan a lo que yo tengo”. Ahora venden este catálogo para que los amantes del cine puedan llevarse un recuerdo de su videoclub.

El videoclub García de Jaén, el segundo más antiguo de España de los que aún seguían abiertos, echa el cierre tras 43 años en activo. Lo hace contabilizando a más de 16.000 socios que alquilaron películas en todos los formatos, desde los del primer sistema Beta hasta el DVD. Juan García era el propietario de este establecimiento y se despide con una sensación agridulce, pero lo hace con la satisfacción del trabajo bien hecho.

Juan García expresa: “Tengo sentimientos encontrados. Por una parte, el trabajo bien hecho durante 43 años conociendo a mucha gente, mucho de ellos ya no eran clientes, sino amigos. Y, por otra parte, ya está bien 43 años detrás del mostrador, para mí no ha sido un trabajo, sino un hobby”.

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