Alejandro Jodorowsky (Tocopilla, Chile, 1929) es muchas cosas: artista múltiple, poeta, novelista, director de teatro y cine de culto (‘El Topo’ o ‘La Montaña Sagrada’), actor, creador de cómics, tarólogo y terapeuta. Además, ha creado dos técnicas de psicoterapia. La primera de ellas, la Psicogenealogía, sirvió de base para su novela ‘Donde mejor canta un pájaro’, y la segunda, la Psicomagia, fue utilizada por Jodorowsky en ‘El niño del jueves negro’. Su autobiografía, ‘La danza de la realidad’, desarrolla y explica estas dos técnicas.
Ahora el autor chileno publica con Siruela ‘La voz del maestro’, una colección de aforismos en los que, a pesar de su título, se define más como aprendiz de vida que como cualquiera otra de sus múltiples condiciones. “Soy un discípulo eterno”, explica.
“No me preocupa la muerte”, confiesa a sus 95 años. “Yo vivo en el presente. Concentrémonos en el presente”.
El artista y psicomago solo da un consejo en su entrevista: “¡Vive! Haz lo que tienes que hacer ahora”. Y añade: “Vivir es nuestra misión y amar la vida es nuestra verdadera meta”.
Alejandro Jodorowsky opina que el mundo se va modelando de acuerdo con la forma en que lo pensamos. Y que el dolor reposa sobre estas cuatro palabras: yo, posesión, odio y miedo. Para él, la felicidad se asienta sobre otras cuatro palabras: nosotros, generosidad, amor y valentía.
Esos son algunos de sus aforismos de ‘La voz del maestro’. De todos ellos se extrae una simple enseñanza. Ejemplos: “Muchacha, no corras detrás de un hombre o detrás de un autobús: siempre habrá otro”; “una vez por semana, enseñemos gratis a los otros lo poco o mucho que sabemos”; “un solo grano de sal da sabor a todo un océano” o “estimado enemigo, lo que no te gusta en mí, mejóralo en ti”.