El protagonista de 'Mi padre alemán' (Libros del Asteroide), Gernot Dudda, tiene más de ochenta años, vive en El Hoyo, una antigua casa de pescadores entre Mazarrón y Águilas, en Murcia, y según cuenta su hijo, tiene una extraña relación con los recuerdos. “Si yo no le preguntara por su pasado, creo que no pensaría mucho en él”, cuenta Ricardo Dudda, que en verano de 2020 decidió empezar a preguntar: “Nuestra conversación siguió durante los dos años siguientes”.
Ricardio Dudda (Madrid, 1992) es periodista y miembro de la redacción de 'Letras Libres'. “Mi padre me había contado muchas veces la historia de su huida de Prusia en enero de 1945. (...) En abril de 2021, mi tío Ekkehard murió. Descubrí entonces que había conservado durante décadas cientos de documentos y fotografías de la familia. Cuando vino su viuda de visita a España, me donó ese archivo familiar. (...) Lo que descubrí en esos documentos me permitió contar una parte de la historia familiar que ni mi padre conocía”.
Y lo que descubrió fue inquietante. Lo cuenta en una entrevista con Noticias Cuatro: “No es el documento más importante que guarda. Hay otro más antiguo que conserva con celo y que no está tan a la vista. (...) Es el 'Polizei Dienstpass', o pasaporte policial, de mi abuelo. Tiene lo que parecen manchas de sangre y una gran esvástica. En su interior, todos sus destinos policiales y militares, de antes y durante la segunda guerra mundial. Mi padre lo conserva ahí, imagino, no por orgullo sino para que no se pierda, para que no se pierda de verdad, no como lo que guarda entre las páginas de los libros. Es decir, a pesar de su antifetichismo, es consciente de su importancia”.
“Años después, he descubierto que mi abuelo no solo fue un policía del Tercer Reich, sino que participó en el Holocausto en Bielorrusia, Rusia, Letonia y Lituania en 1943 y 1944. ¿Cómo se lo cuento? No tiene ni idea. Admiraba a su padre. Bueno, no lo tengo tan claro. No sé si lo llegó a conocer tanto como para poder admirarlo. Quizá lo admiraba como admira cualquier niño a su padre. Es la posición por defecto. Luego uno la va corrigiendo. Mi padre no me habla mucho del suyo”.
Sobre la motivación de este libro, Ricardo Dudda lo tiene claro: “Había una especie de mandato moral. ¿Cómo no iba a investigar?”