El recuento de las elecciones catalanas está en marcha. En los millones de papeletas de toda la comunidad está el futuro Parlament, y mucho más que eso. Se mide el peso del independentismo, después de la resaca del 'procés', la popularidad de Carles Puigdemont, huido en Francia y a la espera de una amnistía, y la fuerza de los socialistas en Cataluña y también sus alianzas en el Congreso de los Diputados, en Madrid. Lo que ocurra puede afectar a la gobernabilidad de España. El apoyo de Junts es clave para sostener esta legislatura.
Los problemas en la red de Rodalies, debido al robo de cobre en un punto estratégico, ha complicado varios ramales y, de este modo, el día para votar en Cataluña. Junts y ERC pidieron extender el tiempo de votación pero las Juntas Electorales no lo consideraron necesario. La Generalitat y Renfe mantuvieron una reunión sobre los efectos de un incidente que, a primera hora, ambas partes calificaban de grave. Acción vandálica de alto nivel, señaló el Ministerio de Transportes. Eso hacía pensar en un posible chantaje, aunque no hay una conclusión. Desde el Govern culpan al Ejecutivo central.
El último dato oficial de participación se conoció a las 18:00 horas, cuando habían depositado su papeleta el 45,8% de los votantes. Una cifra muy similar a la de esa misma hora en febrero de 2021 (45,6%), comicios marcados por las restricciones de la pandemia de covid. Salvador Illa, del PSC, espera que su victoria sea lo más holgada posible y el actual presidente, Pere Aragonès, pelea para que ERC lidere el bloque independentista. Junts, con Carles Puigdemont, apunta al 'sorpasso'. Dados los resultados, deberán sentarse a negociar.