Viajamos ahora a la última fábrica hilandera de La Rioja. Durante cinco generaciones confeccionaron mantas para pastores. Pero cerró hace casi cinco años, cuando Raúl Lacoste, el último hilandero, se jubiló. Desde entonces esta joya del patrimonio industrial ha permanecido en silencio, parada en el tiempo, tal y como quedó el día en el que se cerró. Ahora Raúl teme que se derrumbe y se pierda en el olvido el último testimonio de una forma de vida de todo un pueblo.