Si nos remontamos a febrero de 2022, Polonia detiene a un ciudadano español que afirma trabajar como periodista y, como tal, le identifican los medios. Se encuentra cubriendo la guerra de Ucrania, su nombre es Pablo González.
Le acusan de ser un espía ruso, concretamente de estar usando su condición de periodista para recabar información para los Servicios de inteligencia de Putin, del que una veintena de diputados de partidos de izquierdas exigen su liberación desde la puerta del Congreso, como también algunos reconocidos actores exigen al Gobierno mover ficha hasta que, el pasado agosto, Polonia libera a Pablo González tras más de 900 días en la cárcel, pero su libertad no hace si no crecer las dudas entono a su persona.
Dos meses después, 'El Mundo' publica, en exclusiva, documentos sustraidos por las autoridades polacas a Pablo González, documentos que probarían su rol como espía del kremlin desde 2016.
Bajo la tapadera de estudiante investigando para su trabajo final de máster, reporta meticulosamente cada información recabada al servicio de inteligenca ruso, uno de sus informes más destacados es el redactado tras acceder a una Asamblea Parlamentaria de la OTAN.
En esos documentos, alerta de que Georgia pretende reforzar la defensa antimisiles del país con sistemas franceses y la posibilidad de adquirir rapidamente sistemas antitanques estadounidenses.
Según lo revelado por 'El Mundo', el trabajo de Pablo habría sido clave en Europa: desde aportar fotografías y vídeos de la planta nuclear más grande de Polonia hasta su labor de seguimiento al líder opositor Alekséi Navalni, cuando este acude a operarse de un ojo a una clínica de Barcelona.
Tras publicarse esta información, 'Todo es mentira' ha hablado con Xavier Colás, periodista de diario 'El Mundo' y corresponsal en Moscú, sobre esto: "La documentación aportada lo que hace es rellenar los espacios en blanco, muestra todos los archivos que tenía Pablo en su poder".
El periodista nos daba detalles sobre la investigación sobre Pablo González, de la que explica que, en algunos informes, Pablo "se dirigía directamente al GRU, la oficina central del servicio ruso".
"Me llamó la atención que todo estaba escrito en ruso, no se trataban de mensajes dirigidos para el periódico con el colaboraba en el País Vasco", nos decía