¡Qué pronto se acaba la gasolina en el Congo! Esto es lo primero que pensaron José Antonio Ruiz y su equipo. En un principio creyeron que era culpa del terreno, lleno de baches, pero cuando vieron que les pasaba demasiado a menudo empezaron a pensar que alguien podía estar robándoles la gasolina.
El depósito del coche que lleva el equipo no tiene cierre ni llave, por lo que cualquiera puede abrirlo. Para eliminar toda sospecha, decidieron colocar una cámara oculta en el vehículo, de forma que, si es cierto que se trataba de un robo, podrían pillar al culpable.
Las imágenes dejaron claro que alguien estaba sustrayendo la gasolina del coche con un tubo, aunque desgraciadamente no pudieron ver la cara del ladrón…