Emma no podía consentir que la situación de Julen con sus padres continuara así ni un minuto más y le ha pedido a Julen que aprovechara el momento para lanzarles un mensaje, un mensaje que su madre Raquel iba a escuchar en directo porque estaba al otro lado del teléfono. Julen no ha sido capaz de decir nada, pero en el momento que ha escuchado la voz de su madre al otro lado del teléfono ha comenzado a llorar como un niño pequeño. Raquel, con mucha educación y sentido común, ha intentado explicar que entre el tronista y ellos no existía ningún problema y que esta situación venía derivada de una rebeldía propia de los dieciocho años. Ha intentado que Julen comprendiera que ellos son sus padres y que se preocupan muchísimo por él, que ellos no pretenden arrebatarle la situación idílica que está viviendo, pero que sí necesitan saber dónde y con quién está. Según ha contado la madre del tronista, Julen es un niño muy cariñoso y muy bueno como todos hemos comprobado, pero últimamente les estaba dejando un tanto de lado. El tronista se puede marchar tres o cuatro días de bolos y luego cuando regresa a su pueblo ni siquiera pasa por su casa, algo que a su madre no le parece mal, pero lo único que le pide es que les diga que ha llegado bien cuando se va de viaje y que cuando esté en su pueblo pase un ratito por casa ya que ellos también necesitan estar con él y sobre todo saber que está bien. Julen ha escuchado el discurso de su madre y no ha sido capaz de levantar la cabeza ni un segundo porque es consciente de que no estaba haciendo bien las cosas. Solo ha sonreído cuando su madre ha comentado en tono de broma que cualquier día iban a discutir porque no hubiera kétchup en la nevera. Raquel le ha pedido a su hijo que estuviera tranquilo y que fuera a casa porque tenían que hablar y ellos querían tenerle cerca. Una petición ante la que Julen ha querido responderle a su madre diciéndole públicamente lo mucho que le quiere, algo que no acostumbra a hacer, ni demostrar y que no le hace sentirse bien.