Daniel, Peregrina y Nadxielii enseñan a Mónica Naranjo y a sus compañeros lo que significa ser una muxe en Juchitán de Zaragoza (México). “La diferencia entre una muxe y un gay es que al muxe le gusta una persona heterosexual”, explica Daniel. Ana Milán, presente en la aventura mexicana de su amiga Mónica, dijo a cámara, divertida: “Por si no está la cosa complicada en el mundo hetero, vas tú y eliges ser muxe. Fascinante, qué valientes”.
Peregrina entró más en detalles de cómo afrontan el sexo estas personas: contó que allí existe la tradición de que las mujeres lleguen vírgenes al matrimonio, “entonces los hombres, cuando andan de novios, pues andan calientes y no quieren acostarse con las mujeres. Y ven a un muxe y están así” [hace un gesto de acercamiento].
¿Se asocia muxe con prostitución? “Sí, acá sí”, dice Peregrina, que afirma que ella se prostituye y lo hace más por placer que por dinero.
Las muxes han credo una comunidad en la que se ayudan mutuamente. Las asociaciones de muxes les proporcionan psicólogos, enfermeras, doctoras o medicamentos.