En el viaje a Japón, a Mónica Naranjo le dio tiempo de reírse, de hacer amigos y de descubrir una cultura sexual completamente distinta a la occidental. Pero también sirvió para que se abriera y nos contara un poco más sobre ella. Por eso habló de dos de las personas más importantes de su vida, su hermano y su amigo Carlos, ambos fallecidos.
Mónica contó que, durante su adolescencia, no tenía amigas: “Solo tenía un amigo y ha sido el mejor amigo del mundo. Estará conmigo toda la vida”, empezó contando. Se refiere a Carlos, uno de sus dos soportes. El otro era su hermano: “Cuando falleció era noviembre y hacía una tramontana de mil demonios. Cuando empezamos a esparcir las cenizas, de repente empezaron a acudir mariposas a rodear el polvo de la ceniza. Siempre que a mí me pasa algo, ahí están esas mariposas. Y he entendido que, con la decisión que él tomó, mi hermano se liberó”. Lo que ocurrió con Carlos fue muy distinto: “Fue un accidente de moto y fue muy traumático porque dejó a su mujer y a una hija con tres añitos. Él si tenía ganas de vivir”.