Salta la alarma del móvil. El tiempo se ha agotado. Reid cree que el juego ha terminado, pero de repente se da cuenta de la estrategia de la asesina que está sentada en la mesa con él. “No has venido sola”. Ella entonces explica que su compañero, el especialista en bombas de los ‘doce del patíbulo’ ha llenado de explosivos el sótano del restaurante.