A las pocas horas del secuestro de Aimee, una niña de ocho años, el equipo de la Unidad de Análisis de Conducta se desplaza hasta Ashburn, Virginia, con el objetivo de localizarla lo antes posible. Aunque en principio creen que se trata de un caso aislado, los criminalistas pronto vinculan el secuestro con el de un niño desaparecido ocho años antes, al que su madre no ha dejado de buscar porque está convencida de que sigue vivo.
En ambos casos, las madres se despistaron en lugares públicos al oír la voz de una mujer que había perdido a su hijo. Tras una exhausta investigación, Hotch y el resto del equipo se dan cuenta de que existen numerosos casos similares que también pueden estar relacionados.