Llegaba el momento de la verdad. El Maribáñez se enfrentaba al partido más importante de la temporada. No se jugaban nada, pero a la vez se lo jugaban todo. Del resultado final iba a depender la continuidad de Cristóbal Soria en el equipo. Y para ellos no había otra opción: querían ganar sí o sí.
Antes de saltar al terreno de juego, todos se reunían en el vestuario y se motivaban con una alentadora charla. Con los ánimos por las nubes salían al campo a darlo todo delante de todo el pueblo y, sobre todo, de Cristóbal, que alucinaba con el tifo que le habían preparado pidiéndole que se quedara y con cómo habían vestido a Calcetines para la ocasión. Además, el experto limaba asperezas con el presidente con el inicio del partido.
Y, aunque era el equipo contrario quien inauguraba el marcador, el Maribáñez mantenía la esperanza y seguía luchando. Tanto, que no solo consiguieron empatar: marcaron tres goles frente al único tanto que había marcado el oponente. Al escuchar el pitido final, todos estallaban de alegría en el campo.
Tras la victoria, todos los jugadores descubrían los mensajes que diferentes futbolistas profesionales habían mandado exclusivamente para el Maribáñez, entre ellos Adrián San Miguel, Pepe Reina, Dani Ceballos o Iker Muniain. Mensajes con los que no pudieron contener las lágrimas.
Y, tras las felicitaciones, llegaba el momento más esperado: el discurso final de Cristóbal Soria. "Hay tres palabras que repiten en el vídeo: trabajo, sacrificio y esfuerzo. Ustedes me habíais pedido un sueño. Lo habéis conseguido, os lo habéis ganado. Así que, por favor, que entre vuestro sueño". Entonces, un camión entraba al campo cargado de aquello que durante tanto tiempo habían deseado: césped artificial para su campo. Y, en medio de toda la emoción, anunciaba lo que todos esperaban: "El tío Soria se queda en Maribáñez".