Ya lo decían en Maribáñez. La boda de Will y Sandra iba a ser el evento del año. Sus familiares, el equipo y todo el pueblo se preparaban para el gran día. Los novios estaban hechos un saco de nervios pero con más ganas que nunca de sellar la historia que ya comenzó hace más de diez años.
Después de que varios de sus seres queridos les leyeran unas sentidas palabras, llegaba el momento de que fueran ellos mismos los que se dijeran lo que sentían.
Will era el primero en leer sus votos: "Por fin llegó el día. Aunque habíamos muchos que creíamos que no llegaría. Tú y yo éramos uno de ellos. Gracias porque me has enseñado lo que es el amor y lo que es amar verdaderamente a alguien incondicionalmente. Por eso quería decirte delante de todos que, a partir de hoy, voy a estar a tu lado, apoyándote, como tú me has estado apoyando siempre en la grada. Te prometo que, pase lo que pase, golpee lo que nos golpee, siempre voy a estar contigo hasta el final", terminaba muy emocionado.
Sandra, que no había podido evitar las lágrimas al escuchar la declaración de amor de Will, comenzaba entonces con la suya: "Somos la prueba viva de que el amor a primera vista existe. Desde el segundo uno supe que jamás me separaría de ti, porque eres pura magia. Después de casi catorce años volvería a elegirte sin duda. Si pudiera, envolvería el mundo y lo pondría ante tus pies, y aún así no estaría a la altura de lo que tú te mereces. Gracias por hacerme tan feliz y sí, quiero, contigo hoy y siempre".
Y, tras sus sinceras y preciosas palabras, finalmente ambos se convertían en marido y mujer comenzando así la celebración que tanto tiempo llevaban esperando.