La Rebe tiene un plan: irse a Madrid para triunfar como modelo. Pero para eso necesita dinero, y para conseguirlo, tiene que trabajar. Silvia le consigue uno como guía turística por las calles de Plasencia y, a pesar de que no era lo que la mayor de los Jiménez esperaba, ha accedido. Pero este trabajo se le antoja complicado.
Silvia le deja unos folletos que Rebe lee y memoriza junto a sus inseparables Lucy y Chenoa. Pero hay algo que falla. No entiende que haya dos catedrales, una nueva y otra vieja, a la torre principal la llama la “del melón” y se queda con la idea de que hasta allí llegaron “unos flamencos”. “Se van a reír de mí”, lamenta Rebe, entre sollozos.
Llega su primer día como guía y allí se presentan sus amigas, disfrazadas de turistas y con unos libros, para ayudar a la Rebe por si se pone nerviosa o se le olvidan los datos. ¿Cómo se desenvolverá? ¿Lo hará bien? ¿Conseguirá el dinero que necesita para ir a Madrid?
Era una decisión que ya había tomado pero faltaba algo muy importante, decírselo a sus padres. Rebe se arma de valor, comunica la inesperada noticia de su independencia y próximo viaje a Madrid en busca de trabajo y lo cierto es que no sienta nada bien.