Convencida de que ella quiere tener su propia moto y no tener que depender de nadie que la lleve ni la traiga, Marisol quiere comprarse una moto y ser independiente. Una idea que no le gusta para nada a su marido, quién ha decidido que si quiere conducir una moto, antes tiene que aprender a montar en bici para ir más segura.
A Marisol no le entra en la cabeza que tenga que aprender a montar en bici, pero todo vale para conseguir tener su propia moto y ha aceptado el reto de su marido Daniel y ha intentado convertirse en la Induráin de Talayuela. Se ha puesto su casco, se ha concentrado, ha analizado el circuito de botellas que su marido y sus hijas habían preparado para ella, pero… “¡No!”.
Marisol ha visto su vida peligrar al igual que el resto de su familia y ha decidido que la bicicleta, con o sin ruedínes, no es para ella. Ha tirado la bici, ha tirado el casco y se ha marchado muy enfadada. Dani ha respirado tranquilo, pero solo por un rato porque parece que Marisol está dispuesta a todo para conseguir conducir su propia moto.