Marco Merani es un mecánico naval, trabaja en un astillero, tiene una vida tranquila, sin grandes cambios… Pero todo cambiará el día que un cliente llega a pedirle unas zodiacs. Polvorone paga bien y solo tienen que hacerle unas embarcaciones. Este cliente de Roma es asesinado, Marco lee la noticia en la prensa y no da crédito a lo que está ocurriendo. Ahí es cuando comienza sus sospechas.
El mecánico acude al restaurante de su padre, y ahí se encuentra con Mario, un amigo que trabaja como policía en el Servicio Central Operativo. Le cuenta inocentemente lo que le ha ocurrido a su cliente, le mataron por tráfico de drogas, “¿no pensarán que tengo algo que ver?”. El agente le pregunta qué tipo de trabajos le ha hecho, ajustes, modificaciones en el motor… “¿Sospechabas que tus zodiacs podían ser usadas para traficar?”, le dice Mario, claro que no. Polvorone le paga regularmente y además tiene todas las facturas. Su amigo le tranquiliza y le dice que si es así que no tiene que tener nada.
Al día siguiente llegan dos hombres pidiéndole lo mismo, algo levanta todas las sospechas de Marco y decide ir a la SCO para contárselo a Mario. Allí le dicen que vaya a hablar con esos dos hombres, que no se preocupe de nada. Solo le van a hacer fotos y ya está.
En el hotel, le proponen fabricar más zodiacs para ellos, y le dan un adelanto de 50.000 euros. En la SCO conoce a Rosa, de la Agencia antidroga española. Le explican que hay un clan muy poderoso que opera entre Venezuela y España. Son los Vizcaíno. Polvorone era su intermediario en Italia. Pero la policía no sabe quién es el jefe del clan, antes ere Alejandro Vizcaíno, pero ahora está en la cárcel. Le piden que se acerque a ellos e identifica al otro hombre, al chófer, “yo soy mecánico”, les recuerda. Por eso es más sencillo, solo le tiene que hacer el favor a la policía de entregar la zodiac.