Tras llegar a Málaga (no coger la mochila sospechosa y examinar dos motos ruinosas), el español le lleva a una discoteca. Marco entra y comienza a buscar a quien contactó con él y que supuestamente es el jefe del cartel. Allí hay muchos hombres, cualquiera puede ser, les dice que es el mecánico, pero parece que nadie le hace caso.
De repente, aparece el chófer, el español que estuvo en su astillero y quien le dijo que tenía que viajar a Málaga. Él es el jefe del clan. Se llama Aurelio Vizcaíno y quiere que Marco trabaja para él. “lo has hecho muy bien, mochila, motos de agua”, le dice, “ya ves lo que tengo que hacer para poder fiarme con la gente que trabajo”, le añade. “Ya puedes ser el mejor mecánico del mundo, si no usas la cabeza no me sirves para nada”, sentencia Aurelio.
Esto es el principio de una larga colaboración, “te vas a hinchar a ganar dinero”, le dice. Y lo primero que va a hacerle es un regalo de bienvenida. Le va a dar uno cada vez que hagan un trabajo juntos.