Santiago Sánchez ha pasado 15 meses en una cárcel de Irán. ‘Horizonte’ se hizo eco de un mensaje en el que pedía que no le dejaron morir y denunciaba que le habían quitado la libertad. Ahora nos cuenta en directo y en primera persona su terrible experiencia.
Finalmente, Santiago fue liberado y, a su llegada a España, daba las gracias a Iker Jiménez, a quien ahora ha estrechado la mano en el plató. En directo ha concedido una impactante entrevista en la que nos ha hablado que el de Irán era uno de sus viajes solidarios en los que lucha por el medio ambiente o contra los problemas que sufre la sociedad.
Fue detenido tras supuestamente visitar la tumba de la joven Mahsa Amini, pero él niega que su viaje tuviera esta intención ni que quisiera visitarlo. Él ni tan siquiera quería mencionar el nombre de la chica y nos explicaba que un contacto de otro viaje le recogió en la frontera y le llevó hasta allí.
Esta persona antes había insistido en que pusiera mensajes en alusión a la joven en sus redes sociales, pero él le dijo que su propósito era otro: “Le digo ‘¿Dónde vamos? No te preocupes, siempre con tejemanejes, llegamos a la tumba, se pone a organizar todo, me quedo en el coche durmiendo, que se lo digo al servicio de inteligencia… Es una trampa en mayúsculas, no sé si de parte de este chico o del que sea, que no lo voy a decir porque quiero continuar con mi vida”.
Asegura que le metieron “en un agujero” tres meses, un lugar en el que estaba solo y en el que podía tocar las paredes simultáneamente con ambas manos: “Las condiciones no las voy a decir porque el sufrimiento y el dolor es mío, guardar odio y rencor es de cobardes”.
En la cárcel vivió en una celda de dos metros cuadrados con la luz encendida las 24 horas y en absoluto silencio: “No había cuarto de baño y veía las marcas de las uñas en las paredes, un dibujo del ahorcado…”
Era tal la soledad que se inventaba historias, como que era un astronauta en una misión en la luna, andaba como si estuviera allí, se imaginaba los ruidos. También se le ocurrió no comerse el pan, dejarlo en el suelo y esperar a que llegaran las hormigas: “Al cabo de los días les ponía nombres y personalidades”.
Y en la celda pasó el duelo por su primo pequeño, que se suicidó poco antes de su viaje: “Al final, la conclusión es la mente, me querían dar pastillas para dormir y no he tomado ni una porque he visto lo de mi primo, vi a mi primo en Alcalá e iba camino a suicidarse y yo no tenía ni un minuto, le saludé con la cabeza. Vivimos muy rápido, es parte de mi sufrimiento en la celda, veía el dibujito del ahorcado, los tachones de los días y eso me creaba una angustia que no tiene nombre”.